Los hombres y mujeres que servimos al Señor, somos personas comunes con necesidades, anhelos y situaciones que no difieren de las de los demás. La única diferencia es que al tener un llamado al servicio de Dios de tiempo completo, pagamos el precio de privarnos de hacer, de no estar, de no hablar, de esperar, a veces de no tener y de buscar llevar una vida recta y justa, porque amamos a Dios y también ser un buen testimonio para quienes nos siguen y les inspiramos a seguir a Jesús. Eso eran los sacerdotes Zacarias y Elizabeth, gente justa que amaba y servía a Dios, PERO no podían tener hijos, por ser ya muy ancianos. En estos tiempos sólo había un templo y los sacerdotes les tocaba servir de forma rotativa. Eran veinticuatro grupos que servían cada uno durante una semana, dos veces por año.
Era una vergüenza para la mujer en los tiempos bíblicos, quedarse sin hijos porque éstos eran considerados una señal de bendición de parte del Señor. ¿Y qué matrimonio no los desea? Todos los que somos padres un día los anhelamos y deseamos, como fruto del amor que debe unir y prodigarse mutuamente, la pareja que toma la resolución de casarse. Tenemos que ser cuidadosos de obedecer al Señor y procurar modelar esa obediencia a nuestros hijos, porque esa será la mayor herencia y legado que podamos dejarles. Pongámonos en los zapatos entonces de esta pareja que amaba y servía a Dios pero no podía abrazar la bendición de ser padres.
Cuánta frustración se siente, que tú sirvas, le entregas a los demás de lo que Dios te ha dado y aún hasta oras por otros y reciben un milagro y tú te preguntas: ¿Cuándo será que recibiré el mío? ¡Los siervos de Dios también necesitamos y esperamos milagros! Como hijo y siervo de Dios, le he pedido muchas veces a Dios por cosas personales, que pese a que ha pasado el tiempo, aún no las he recibido. Sin embargo mi fe sigue en pie, nutriéndola con la palabra de Dios y esperando a que algo extraordinario suceda. Más que recibir lo verdaderamente grande, es permanecer y depender del Señor. Algunos reciben y al poco tiempo abandonan los caminos del Señor, porque su interés estaba en la respuesta a la necesidad, antes que en Dios mismo.
Vela que tu búsqueda de Dios sea encontrarlo y no sólo acercarte por un milagro y luego marcharte de sus caminos. Gózate y no te frustres mientras esperas. Recuerda que Dios no ha terminado contigo. Suscríbete a este blog y recibirás notificación cada vez que suba una nueva entrada. Reenvía el enlace de ésta reflexión a tus amigos y familiares. Deja tu comentario al final del blog. Feliz inicio de semana y abrazo fraterno para todos.
Pr. José Ángel Castilla
Amén cada día Dios hace milagros en mi vida gracias padre
« Pues la visión se realizará en el tiempo señalado; marcha hacia su cumplimiento, y no dejará de cumplirse. Aunque parezca tardar, espérala; porque sin falta vendrá.» Hab 2:3
Bendiciones pastor y excelente semana.