EBENEZER

El profeta Samuel tomó una piedra a la que llamó: \”Piedra de ayuda\”. La levantó y declaró la palabra: EBENEZER, porque hasta ese lugar y en ese tiempo, los había llevado y ayudado Jehová. Los filisteos eran un pueblo de guerra y altamente ofensivos. Habían llegado a atacar a Israel, mientras ofrecían sacrificio por su pecado. Cuando Dios tronó desde los cielos, el ejército enemigo huyó atemorizado. Nunca al Diablo le gustará vernos adorando, levantando altares de gratitud, entregándole el corazón al Señor, amándolo o siendo comprometidos. Será todo lo contrario, buscará vernos desnutridos, carnales, débiles, sin fe, sin rumbo, desagradecidos, destruidos y desprotegidos. Por eso hoy amado lector, te invito con esta reflexión a dar gracias. Levanta una piedra simbólicamente y di con todas tus fuerzas: EBENEZER.

Dios tronará con Su bendición a tu favor, así como lo hizo protegiendo a los israelitas y los filisteos huyeron. Di EBENEZER, por cada etapa que terminas en la vida o por los ciclos que cierras. La providencia divina te lo ha dado todo, Dios ha estado contigo, te ha amado, guardado y protegido. Esto habla de un Dios cumplidor de promesas y fiel a Su Palabra.

Algo que hemos vuelto un hábito mi hija y yo mientras la llevo al colegio, es orar y darle gracias a Dios. Cada nuevo reto escolar que afronta, y aún las oraciones respondidas, honramos el nombre del Señor declarando: EBENEZER. Porque Dios dio la sabiduría, los recursos, la creatividad, la fuerza, en fin, y ella ha podido salir adelante en medio de luchas emocionales, familiares y económicas. Todo se lo debemos a Él. Haz un inventario de todo lo que Dios ha hecho en lo corrido de este año y declara su fidelidad. Él ha estado contigo y con tu familia. Quizás no has tenido mucho, pero tampoco te ha faltado, porque Él te ha sostenido.

Recuerda que Dios no ha terminado contigo. Suscríbete a este blog y recibirás notificación cada vez que suba una nueva entrada. Reenvía el enlace de ésta reflexión a tus amigos y familiares. Deja tu comentario al final del blog. Abrazo fraterno para todos.

Pr. José Ángel Castilla

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