Quien usa una máscara, oculta tras de ella su real identidad. Podemos esconder detrás de lo que nos ponemos encima, alguien distinto al que verdaderamente somos. Todos los días podemos dejar que una máscara nos defina. Preferimos esa imágen, que esconde e impide que Dios trabaje en nosotros lo que tenga que cambiar y transformar. Hay máscaras para cada faceta y segmento de la vida que vivimos. Nos ponemos mascaras de religiosidad, otras de logros profesionales, unas más de super esposos, otras que nos muestran super alegres, super espirituales o super santos. En algunos instantes nos colocamos la máscara de amabilidad o de ser aparentemente buenos, pero NADA DE ESO NOS DEFINE. Me pregunto entonces: ¿Quiénes realmente somos?
Había un militar sirio llamado Naamán, que le había dado salvación a su país, razón por la cual era muy querido y su corazón se hinchaba de vanagloria y orgullo. Detrás de esa máscara de logros escondía: LEPRA, una terrible enfermedad por la que enviaban al acuartelamiento a quienes la padecían y los despreciaban de por vida. La lepra en la Biblia, espiritualmente hablando, se relacionaba con pecado. En el fondo de las realizaciones y los logros de Naamán se escondía un tremendo orgullo. Eso se vislumbraba al juzgar el lugar al que el profeta Eliseo le sugiere lavarse, para ser libre de su enfermedad. El Jordán era un río sucio y él prefería otros más cristalinos. ¿Cuántas cosas ocultas detrás de tu mascara?
No juzgues el mover de Dios ni la forma como Él actuará, para tú ser transformado. Deja a Dios ser Dios, Él no necesita tu consejo ni cuestionamientos. Obedece y despójate de los vestidos que ocultan tu real condición de lepra, deja la doble cara y el juego de máscaras y apariencias. Ponte a cuentas con Dios y decide agradarle en TODO. Recuerda que Dios no ha terminado contigo. Suscríbete a este blog y recibirás notificación cada vez que suba una nueva entrada. Reenvía el enlace de ésta reflexión a tus amigos y familiares. Deja tu comentario al final del blog. Abrazo fraterno para todos.
Pr. José Ángel Castilla
Amén gloria a Dios por esta palabra gracias
Amén. Señor haz cómo tú quieras en mi que yo solo te quiero a ti. Lo demás es tuyo y tu harás en tu tiempo y a tu manera.