Un hombre nuevo

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Los líderes religiosos en los tiempos del ministerio terrenal de Jesús, pregonaban conocer a un Dios a quien tuvieron enfrente, pero lo despreciaron. A diferencia de los demonios que habitaban en el hombre gadareno que Jesús libera, claramente creyeron y reconocieron la identidad del Señor. Aquí se cumple lo que el apóstol Santiago, escribe en el capítulo dos, versículo diecinueve, que los demonios creen y tiemblan. Estos espíritus inmundos, gritaban que no fueran más atormentados en el cuerpo de aquel hombre. Jesús ordenó a que salieran de ese cuerpo e ingresaran a un hato de cerdos, que se encontraba cerca de ese lugar. Los cerdos eran considerados animales inmundos y prohibidos para su consumo por parte de los judíos. Cuánta autoridad tiene nuestro Señor, que los demonios piden autorización para atormentar e ingresar a esos animales, logrando que se mueran ahogados en un lago.

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Satanás preferiría fastidiar a los cerdos, ya que es aficionado a la maldad, para así no seguir atormentando más a aquel hombre. Lo logró con ese hato, ocasionando así su muerte. Jesús desarmó a los demonios en sus ataques en contra nuestra, derrotandolos públicamente y triunfando sobre ellos en la cruz. El Señor permite que los cerdos mueran, para enseñarnos que el deseo del diablo, siempre será robar, matar y destruir. El enemigo de nuestras almas, siempre querrá destruirnos así como lo hizo con esos cerdos. Spurgeon decía, que los cerdos preferían la muerte que la maldad; si los hombres no fueran peores que los cerdos, tendrían la misma opinión que ellos. Corre con esa fuerza, a quien el diablo conduce, llevando a sus cerdos a un mal mercado.

Esta tremenda historia, culmina con la completa obra de Jesús, en la vida de un ex endemoniado, que ahora con otra apariencia y semblante, se sienta a los pies del Señor como UN HOMBRE NUEVO. Cuántas cosas tendrá que hacer el Señor en nuestras vidas, para que podamos sentarnos a escucharle e intimar con él. Éste hombre ahora se convirtió en un DISCÍPULO DE CRISTO. Te invito a abrir tu corazón y tus heridas, producidas por las cadenas que por mucho tiempo te ataron. En el nombre de Jesús eres libre de todo tormento, angustia y depresión. Áreas difíciles de nuestro carácter son llevadas cautivas a la cruz del calvario. Recuerda que Dios no ha terminado contigo. Suscríbete a este blog y recibirás notificación cada vez que suba una nueva entrada. Reenvía el enlace de ésta reflexión a tus amigos y familiares. Deja tu comentario al final del blog. Abrazo fraterno para todos.

Pr. José Ángel Castilla

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