Una persona incongruente es insensata y a la vez, sus actos y palabras se vuelven contradictorios.
A un insensato, poco le importa la opinión que los demás le merezcan y no toma en cuenta los sabios consejos que en el transcurrir del tiempo ha recibido. Pareciera como si lo que menos quisiera, fuera crecer y madurar, aunque de palabras el incongruente diga lo contrario. No es posible que la insensatez nos lleve a recitar un bonito discurso muy elocuente, pero en la vida cotidiana y práctica, sea antónimo a lo que hacemos. Como popularmente diríamos: ¡Puro BLA, BLA, BLA! No podemos vivir esperando ser aprobados en cada momento de la vida, por todo lo que decimos o hacemos, pero tampoco podemos irnos al extremo de caminar sin la guía o la exhortación de alguien maduro que pueda inspirarnos.
Todos tenemos áreas oscuras y poco perceptibles a nuestra vista. Es de humildes dejarnos guiar y aprender sabiduría de Dios y experiencia de nuestros mayores, autoridades y maestros. Lo que decimos tiene que ser congruente con lo que hacemos. Tenemos que poner en práctica lo que predicamos. Sintoniza tu discurso con tu vida cotidiana. Si le hicieran una encuesta a tu entorno de familia, de amigos o compañeros de trabajo, ¿Saldrías bien librado? O responderían: Es una persona que habla de Dios, pero su vida no refleja lo que dice. No es congruente entonces nuestra vida.
¿Cierto que esas respuestas nos darían tristeza?
Pablo nos entrega un confrontante consejo a todos aquellos que hemos decidido servir a Dios. Si deseamos gobernar o liderar los asuntos espirituales, tenemos que empezar por liderar bien nuestra propia casa. ¿De qué nos sirve decir que tenemos discípulos y ufanarnos mostrando las personas a las que le hemos predicado de Jesús? ¿Buscamos ser de bendición para ellas, pero nuestra propia casa y familia no son de buen testimonio del amor del Señor? Repitamos juntos y en voz alta: ¡ES INCONGRUENTE! Hablar muy lindo de Dios y deber dinero y no responder a quien le debemos, no concuerda con el evangelio que crees y predicas. Es insensato que tus hijos no se sometan a tu autoridad y te irrespeten. No es balanceado, tener tiempo para orar por otros, pero no levantarse y pararse en la brecha, a favor de tu propia familia. Es fácil juzgar a otros por los errores y pecados que también tú cometes.
Gritar como locos, decir malas palabras y ofender, pero en la iglesia en la que servimos, sonreímos y bendecimos a todo el mundo, es absolutamente INCONGRUENTE. Ponte a cuentas con el Señor al terminar de leer éste artículo y pídele al Espíritu Santo trabajar en tu corazón, la congruencia que tanta falta nos hace a todos. Recuerda que Dios no ha terminado contigo. Suscríbete a este blog y recibirás notificación a tu correo electrónico, cada vez que suba una nueva entrada. Reenvía el enlace de esta reflexión a tus amigos y familiares. Deja tu comentario al final del blog. Abrazo fuerte para todos.
Pr. José Ángel Castilla
Poderoso mensaje Pastor, Dios continúe bendiciendo su vida con sabiduría de lo alto, para seguir compartiendo esa palabra de Dios tan edificante para nuestras vidas. Creo que es necesario hoy ponerme a cuenta con el Señor y que el Espíritu Santo trabaje en mi corazón. Dios le bendiga!..
PD: En ocasiones, cuando aún siento que mis fuerzas se acaban. Siempre recuerdo y me anima esa frase de que “Dios no ha terminado conmigo”, creo que es muy muy importante recordarlo cada día, como usted lo dice en sus blogs. Un abrazo Pastor.
Muy buenos días pastor ! Excelente mensaje en esta mañana para pensar y meditar en nuestro día a día y caminar con el señor. Muy poderoso ! Este autoanálisis. Dios lo siga bendiciendo pastor
Tiene toda la razón Pastor. Sus palabras guiadas por la palabra nos permiten evaluar la verdad de nuestro actuar. Gracias por dejarse guiar por el Espíritu Santo.