Perseguir al viento

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Amo el conocimiento y el aprender cosas nuevas. Cuando desconozco algo trato de ir a las fuentes para aprenderlo o sino le pregunto a google, pero no me quedo con la duda. La búsqueda constante de conocimiento y mucho más en los temas que me apasionan, es un don que me regaló el Señor. El deseo e ímpetu por aprender tiene límites. Hay algunos que creen que tienen que probarlo todo, experimentar de todo y saberlo todo aunque esto conlleve pisar los terrenos de lo prohibido y desobedecer al Señor.

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Así le ocurrió al sabio Salomón. Adquirió como regalo del Señor tanta sabiduría, que todos los reyes de las naciones le visitaban para oír de sus dichos. Tuvo tanta riqueza que se convirtió en el hombre más poderoso de la tierra. Saber y tener pueden llegar a ser un problema, si no tenemos un propósito, si apartamos el temor a Dios y lo quitamos del pedestal de nuestro corazón para colocar cosas o personas. Esto la escritura lo denomina \”perseguir al viento\”

Salomón lo probó todo y enloqueció en la ambición desmedida y sin límites. Tuvo un harem de mujeres porque Dios dejó de ser suficiente en su vida para llenarse de placer, éxito y una búsqueda equivocada de felicidad. He visto caer a personas que perdieron la perspectiva y se desenfocaron por no escuchar un consejo a tiempo. Cambiaron la comunión y el amor por Dios por un hambre insaciable de poder, tener y saber.

Tarde que temprano esto desencadena el fracaso en nuestras vidas. Cuida tu corazón y coloca al Señor en el primer lugar del mismo, busca su dirección cada día y que te baste y sea suficiente Él para ti. Que no te llenes sólo de satisfacciones momentáneas de placer y falsa felicidad. Aprende a depender del Señor y enamórate del conocimiento de Su Palabra y experiencias en Su presencia.

Deja de perseguir al viento y recuerda que Dios no ha terminado contigo. Suscríbete a este blog y recibirás notificación cada vez que suba una nueva entrada. Reenvía el enlace de ésta reflexión a tus amigos y familiares. Deja tu comentario al final. Abrazo fraterno.

Pr. José Ángel Castilla

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