\”Ya no vivo yo…\”

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Cuando leemos ésta expresión del apóstol Pablo, notamos esa unión y vínculo irrompible, unido al Señor con cuerdas de amor. Esos mismos lazos que nos ciñen al amor y a la bondad que Jesús nos entrega cada día. Decir que ya no vivimos nosotros, es una literal renuncia a placeres y hábitos pecaminosos, para ser clavados en una cruz. Ese es un madero invisible que cargamos y en el que somos crucificados cada día. El trato de Dios con nosotros ofrecerá la más grande garantía, y es que Jesucristo puede tomar las memorias de nuestro pasado, aliviarnos de las heridas emocionales que todavía permanecen en nuestra vida y que afectan nuestro presente. El Señor puede llevar nuestro sufrimiento, tomar nuestras penas y cargar no sólo con nuestro pecado, sino también con el dolor que otros nos han causado. La esencia de todo proceso de sanidad, es el amor.

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Esa es la principal motivación de Dios para sanar y liberar, de todo aquello que nos impide experimentar una vida abundante. La necesidad primordial del hombre es saberse amado, no por lo que pueda realizar o hacer, sino simplemente por lo que es. Dios nos ofrece su amor incondicional a través de Jesucristo y quiere llenar con su amor todos estos espacios que han estado vacíos por tanto tiempo. El secreto de la vida cristiana, no está en la cantidad de conocimiento que obtengamos, ni en la disposición a hacer sacrificios por causa de Cristo, sino en permitir que Él viva su vida en, y a través de nosotros.

Todo lo que anhelamos y necesitamos, será una realidad. Aunque a veces sintamos que no hay cambios y que todo permanece igual, debemos confiar en las promesas de Dios, quien trabaja sin descanso, moviendo con los hilos de su amor todas las piezas que conforman nuestra vida, hasta que las hace encajar perfectamente, sólo para regocijarse viendo que la imágen que se ha conformado es la de su Hijo Amado en nosotros. Recuerda que Dios no ha terminado contigo. Suscríbete a este blog y recibirás notificación cada vez que suba una nueva entrada. Reenvía el enlace de ésta reflexión a tus amigos y familiares. Deja tu comentario al final del blog en la caja respectiva. Abrazo fuerte para todos.

Pr. José Ángel Castilla

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