Las preocupaciones del diario vivir nos cargan. Los asuntos familiares o de trabajo mal manejados, nos pueden llevar a perder la paciencia y comenzar a quejarnos. Algunos soportan en silencio sus cargas y tarde que temprano las somatizan con molestias corporales. ¿En cual de ambas posiciones te ubicas? ¿Explotas en ira producto de las frustraciones o te cargas en silencio? Hay cargas que no son nuestras y las terminamos asumiendo. Dolores de cabeza gratis adquiridos por la pena que sentimos al no saber decir: \”NO\”. Por hacer favores a familiares, amigos o conocidos, han terminado en relaciones rotas con ellos. NO SOMOS SUPERMAN, ni tampoco MESIAS, NI EL SALVADOR DE NADIE. Cada persona debe APRENDER a afrontar sus propios problemas y ver como sale de ellos.
Podemos asesorar, orar, apoyar con la experiencia, pero es muy importante el guardarnos de no vernos perjudicados y cargados por los ERRORES AJENOS. Despójate de las cargas que no te corresponde llevar. La carta a los Hebreos nos insta a quitarnos el peso que nos impide correr la carrera de la vida. Esto incluye el pecado que tantas veces nos hace caer. Identifica áreas de debilidad que te hacen caer y cierra las puertas para evitar tropezar en tu carrera de la vida espiritual. Tómate un momento para mirar a qué personas, deberás devolverles la carga que te impusieron y las situaciones de tentación que te hacen resbalar, para que seas un verdadero atleta del Señor, listo para cruzar la meta.
Recuerda que Dios no ha terminado contigo. Suscribete a este blog y recibirás notificación cada vez que suba un nueva entrada. Reenvía el enlace de ésta reflexión a tus amigos y familiares. Deja tu comentario al final del blog. Feliz fin de semana. Abrazo fraterno.
Pr. José Angel Castilla
Gracias por estas palabras. Han sido muy enriquecedoras.
Amén. Nuestros limites son las cargas, tiene toda la razón pastor, gracias.