¿Por qué lo hago?

La pregunta que coloca nombre al artículo de hoy, es la raíz y la motivación que nos lleva a servir a Dios y a las personas. Cuando sabemos que Dios nos llamó a servirle, nos esforzamos y hasta corremos las millas extras que haya que correr. Hay personas que son muy buenas para hacer tareas y entregarlas a tiempo. Algunas otras, obedecen con facilidad a todo lo que se les encomienda, a otros les gusta llenarse de actividades y no se detienen nunca, pero sea lo que sea y hagamos lo que hagamos, SIEMPRE DEBEMOS PREGUNTARNOS EL POR QUÉ lo hacemos. La respuesta a ésa pregunta, es LA MOTIVACIÓN correcta o incorrecta del por qué servimos y decimos “SÍ”, cuando nos piden que hagamos o demos algo, para el Reino de Dios. Corría el año 1.996 cuando me pidieron en la iglesia que apoyara el ministerio de niños. Había pocos maestros comprometidos en ése tiempo y pese a que tan sólo llevaba un año de estar congregandome, lo único que sentía mí corazón, era una inmensa gratitud por todo lo que Dios me había dado. Nunca dudé en decir, que contaran conmigo. Años más tarde, entendí que ese ejercicio de servicio con los preadolescentes, serviría de introducción al llamado pastoral que Dios me entregaría 5 años después. Sean pocos o muchos los años que llevemos en los caminos de Dios y sea que le sirvamos o no, siempre debemos hacerlo, con la motivación correcta y responder a la pregunta: ¿Por qué lo hacemos?

Una mala motivación para servir, es competir con otros, demostrando que somos mejores que los demás. Mirar cómo lo hacen otras iglesias o ministerios no digo que esté mal, pero servir mostrando nuestro nombre, antes que a Jesús, no es correcto. Es un disfraz de falsa modestia, porque busca el reconocimiento y posición de nuestro nombre o iglesia antes que GLORIFICAR EL NOMBRE DEL SEÑOR. Todo inicia y termina en Jesús, cuidate de no servir con una mala actitud y pésima motivación en el corazón. Velemos estar enfocados en agradar al Señor, no pasar por encima de las personas para lograr una cúspide equivocada. Ubicate en el lugar correcto, en el tiempo indicado y hagamos las cosas, porque Dios nos las está pidiendo. Él usará a nuestra autoridad para validarnos y aprobarnos. De lo contrario serviremos sólos y sin cobertura alguna. Te leo en los comentarios la respuesta a la pregunta: ¿Por qué lo haces? Recuerda que Dios no ha terminado contigo. Suscríbete a éste blog y recibirás notificación cada vez que suba un nuevo artículo. Comparte el enlace de éste mensaje con tus amigos y familiares. Abrazo fraterno para todos y feliz fin de semana.

Pr. José Ángel Castilla