Perder los estribos

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Hacerse respetar no es sinónimo de gritar y levantar la voz para lograrlo. Aunque suene extraño, cuando sabemos que el manto de autoridad de Dios está sobre nosotros, no tenemos que decir mucho ni responder a la agresividad y a las ofensas con lenguaje agresivo y a la defensiva. Es tan sabia la escritura al decir que la persona sensata, no pierde los estribos. El diccionario define la sensatez como la cualidad que tienen las personas, que muestran buen juicio, prudencia y madurez en sus actos y decisiones. ¿Cuándo fue la última vez que te ofendiste en medio de una conversación, con alguien airado?

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El estribo es esa pieza de metal, madera o cuero, que buscamos cada vez que intentamos subir al caballo y sirve para apoyar el pie. Por eso necesitamos del dominio propio dado por el Espíritu Santo de Dios, para ceñir nuestros pies y someter el viejo hombre que se levanta en nuestro diario vivir. A veces por el hecho de amar y seguir a Cristo, nos ganamos la rabia, la envidia o los celos de personas cegadas de la luz del Señor, que no desean pagar el mismo precio que servir a Dios y a la gente nos demanda. Ese precio implica tomar la cruz ➕ y negarnos a nosotros mismos. Medita en tú corazón, qué tanto te cuesta negarte a tu razonamiento y argumentos que impiden caminar con el Señor.

Negarse no es asunto de baja autoestima o que no nos amemos. Es una negación a nuestro ego, nombre y a veces moriremos a sueños personales, por tomar esa cruz. Menguar como Juan lo hizo para que Cristo se levante. Morir todos los días, así como el apóstol Pablo insta, a que con Cristo estamos juntamente crucificados. Ya no vivimos para nosotros mismos, lo hacemos para agradarle a Él. A veces eso implicará callar cuando tengamos ganas de hablar.

Morir nos lleva a dejar pasar situaciones, cuando podemos defendernos. Nuestra carne es voluble y nos hace pasar malos ratos, si no pagamos ese precio. Camina en sabiduría y sensatez, enfocado en Jesús y no en las injusticias o el desánimo. Los hombres sin Cristo tendemos a la ingratitud y a ser egoístas. Trabaja en tu carácter y dominio propio. Pídele al Señor, tomar los estribos de tu corazón y adentrarlos en sus caminos. Menos tú y más Jesucristo en tu vida en éste día.

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Pr. José Ángel Castilla

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