¿Hace cuánto no te quedas mudo frente a situaciones difíciles? ¿No sabes qué responder o aún, qué hacer frente a eventos donde las palabras se te van? Pregúntate hoy, qué te ha provocado ese silencio que te funde en ira, desánimo y deseos de tirar la toalla y claudicar en la fe. Una noticia inesperada, una sorpresa desafortunada, una enfermedad grave con diagnóstico negativo en algún miembro de nuestras familias puede llevarnos a no saber qué decir. Y es que la vida a veces nos golpea de esa manera y sin avisar. Uno de esos momentos en los que no supe cómo responder, me sucedió hace 9 años frente a la tumba de mi mamá. Mi hija que para ese entonces tenía 8 años, me preguntó: ¿Por qué Dios no la sano? ¿Por qué se murió, si nosotros oramos por su sanidad? Siempre como padre he buscado modelar el amor de Dios y sus principios a mi hija y también que Dios hace milagros y sana y restaura vidas. Ella y yo adorabamos a Dios frente a la cama de mamá, cuando se quejaba de su dolor por el cáncer terminal que Dios usó, para llevarla a una nueva forma de vivir.
Nunca dejamos de clamar y creer en que Dios la sanaría. La voluntad de Él fue otra y partió a su presencia, dos meses luego del diagnóstico de esa terrible enfermedad. Con lágrimas en los ojos pero con contundencia, respondi a la pregunta de mi hija: ¡FUE LA VOLUNTAD DE DIOS! Esa que aunque no la entendamos debemos acogerla sin cuestionamientos. Dios es soberano y no nos pide permiso para obrar de acuerdo a Su sapiencia. He visto como personas cuestionan a Dios y hasta se resienten con él, porque las cosas no se les dan como lo anhelan o planean. Somos ollas en las manos del creador y no discutimos por la forma que El deseé darnos, o si a nuestro parecer está retrasado en la producción de alfarería de nuestro carácter. He crecido en mi comunión con Dios en la espera. Mi paciencia se ha desarrollado con la gente difícil. He aprendido a callar muchas veces frente a mis ofensores y las veces que reaccioné erróneamente estuve listo para pedir perdón.
Mi corazón se ha hecho fuerte en las pruebas vividas. Hoy 9 años después, puedo decirle a Dios: “Te entregué una costosa ofrenda de amor como lo fue mi mamá”. Esas son las palabras que hablan de un duelo elaborado y terminado en mi corazón. Siempre uso mi historia de vida, para edificar corazones y enseñar, que entregar a seres queridos como regalo a Dios, es lo más duro y difícil que se pueda experimentar. Aunque no tengas palabras que respondan a lo que ha pasado en tu vida, ADORA a Dios y espera en su providencia y fidelidad. El es bueno y nada de lo que pasó ocurrió para tu mal, sino para tu bien. Recuerda que Dios no ha terminado contigo. Suscribete a este blog y recibirás notificación cada vez que suba una nueva entrada. Bendice a tus amigos y familiares reenviando el link de ésta reflexión. Deja tu comentario al final del blog.
Abrazo fuerte.
Pr. José Ángel Castilla
https://music.youtube.com/watch?v=oge4ocxyre8&feature=share
Amén excelente palabra pastor Dios bendiga su vida
Cada situación en nuestra vida ha costado de mil maneras posibles, es una entrega sin medida a pesar de nuestro poco entender.
Cuánto más nos hará falta por entregar?
Dios es bueno, y aferrarnos a esa verdad nos ayuda esperar sus respuestas, sus razones.
Es duro perder y más si son vidas, pero saben cada vez que entregamos algo a Dios, el te entrega una bendición llámese salud,empleo nueva pareja, en fín siempre te destituye y con interesesacuerdense de Jacob. Sólo que muchas veces nos enfrascados en nuestro dolor que mo nos damos cuenta de esas bendiciones. Pastor José Ángel que el señor siga llenando su corazón de sabiduría y mucho amor para que siga ayudando a muchas personas a reconstruir su corazón. Un fraternal abrazo y muchas bendiciones para Ud y los suyos.
Te restituye con interese, acordemonos de Job, Dios le restituyo la salud y todo lo que el enemigo le había arrebatado. Sólo que a veces no nos damos cuenta por enfrascarnos en el dolor.