Todos hemos recibido una autoridad que el Señor nos ha entregado. Detrás nuestro vienen generaciones que nos sucederán y tenemos la responsabilidad de influir, entregar, impartir de la unción y los dones que Dios nos dio. ESTAMOS OBLIGADOS A NO RETENER NADA, ese manto o unción entregado, se da en herencia espiritual a nuestros hijos, sobrinos, hermanos, empleados si eres empresario y tienes equipos de trabajo a los cuales motivar. Impartimos enseñanzas, sabiduría y experiencia a la siguiente generación. Todo lo planeado por Dios antes de la fundación del mundo para nosotros, está destinado a CUMPLIRSE. Por encima de circunstancias o adversidades somos responsables de administrar bien aquello que Dios nos entregó. En la sagrada escritura, vemos varios tipos de bendiciones: LA PATERNA (el padre bendecía el destino de sus hijos) Y es que todos los padres, pese a nuestras múltiples faltas y equivocaciones, tenemos el poder de la ascendencia sobre nuestra familia. Las palabras de un padre: AFIRMAN, AFECTAN y CONDICIONAN el DESTINO de sus hijos.
Tenemos un poder especial como padres, dado por el Señor. La bendición del PRIMOGENITO la recibía, el hijo mayor y era muy especial. El primero llevaba el nombre del papá, se le daba doble porción de la herencia y era responsable de la familia. La bendición SACERDOTAL que un padre antes de morir le daba a un hijo, lo sellaba y destinaba para el futuro. Ese destino declarado y profetizado por el padre a su hijo, lo sellaba con una nueva identidad. Un padre tengan la edad que tengan sus hijos debe siempre recordarles, quienes son en Dios. Identidad es la respuesta a la pregunta: ¿QUIENES SOMOS? El patriarca Jacob, poco antes de morir, bendice a sus nietos: Efraín y Manasés y los reclama a su amado y preferido hijo José. En la petición le dice: ELLOS SERÁN MIS HIJOS. Era necesario que el patriarca adoptara espiritualmente a éstos niños como hijos, para darles en herencia un legado y una tribu que formarían al futuro cada uno. De ésa forma se cumpliría la promesa de multiplicación que Dios le dio cuando tiene un sueño en donde se encuentra con el Señor.
También los hijos mayores de Jacob perdieron su autoridad por el pecado de inmoralidad, su ira y violencia. Era necesario que se levantara entonces, una nueva generación trascendente. Tú estás llamado amado lector, a ser trascendente también. Influir y entregar ese manto de autoridad, santidad, consagración y amor por el Señor en tus hijos. Recuerda que Dios no ha terminado contigo. Suscríbete a éste blog y recibirás notificación cada vez que suba un nuevo artículo. Comparte el enlace de éste mensaje con tus amigos y familiares. Abrazo fraterno para todos y feliz inicio de semana.
Pr. José Ángel Castilla
Amén y amén.