Frialdad espiritual

El Espíritu Santo nos abraza con su fuego y calienta nuestra vida espiritual. Ese fuego nos mantiene protegidos, atentos y apercibidos frente a los ataques del enemigo. El frío espiritual, es solo la punta del iceberg, pero debajo del mismo, hay un gran témpano de hielo, signo de algún pecado que no hemos confesado al Señor. El pecado oculto abate, enfría y como resultado, no logramos tener la misma relación con Dios que en algún momento tuvimos. Si sientes frío espiritual, ora y pregunta al Señor:  ¿Hay pecado en mí? Si es así, pídele como el salmista le pedía: “Examina mi corazón, prueba mi interior, muéstrame si hay algo de lo que deba arrepentirme”. Si hay falta de arrepentimiento en tú corazón, corre a Dios y pídele perdón; Él siempre perdona y no desprecia un corazón arrepentido y lleno de fe. La gracia de Dios nos concederá la paz y el peso de la culpa, te será quitado, porque pagado fue en la cruz del calvario, sólo necesitas creer. Como redimidos del Señor eventualmente fallaremos, la diferencia entre un pecador y un redimido, es que cuando pecamos, el Espíritu nos redarguye, reconocemos la falta, recibimos de Su gracia y dejamos aquella práctica, por la acción de la santificación de Cristo en nosotros.

El pecado nos aparta de Dios y enfría nuestra relación con él. Cuando le fallamos a alguien, corramos a buscar a la persona que agredimos, confesemos la falta cometida y pídamos perdón también. Si eres alguien muy emocional que llora por cualquier cosa, discierne tus pensamientos y mira si tu fe se ha basado sólo en emociones. Eso te hará extremadamente inestable en tu caminar espiritual. Dios nos habla de muchas maneras: Su palabra, nuestras autoridades, el Espíritu Santo y las circunstancias. No podemos ser cristianos emocionales, sino que también debemos usar la razón. Las convicciones y el entendimiento están en nuestra mente; la fe es racional. No perdemos la fe porque tenemos certeza y convicción de lo que creemos. Cuando somos volátiles en la fe, un día estamos felices y creemos, pero el día que estamos malhumorados por algo, ¿Dejamos de creer? Esto enfría nuestra relación con Dios. Las emociones no deben estar sujetas a la mente, porque allí no encuentran estabilidad. La mente debe estar sujeta al Espíritu, al igual que nuestra vida debe estar controlada por Él.


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Pr. José Ángel Castilla

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1 comentario en “Frialdad espiritual”

  1. No hay cosa más destructiva para un creyente que el callar el pecado, se secan los huesos. No hace mucho cometí errores, la culpa y la vergüenza corcomian mi alma. Yo lo podía sentir, reconocí al Señor pero sentía que no podía mirarlo, no podía llegar a Él. Un día comencé a hablar, las lágrimas salieron y pude experimentar como lo que me oprimía y avergonzaba salía.

    El sentirse cerca de Él y poder mirarlo lo vale todo.

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