Así como el sol sale cada día y se oculta cada noche, así sucede con la lucha que tenemos en contra de nuestra naturaleza pecaminosa que necesita ser crucificada y sometida “cada día”. Pese a que cada día fallaremos, también dependeremos de la gracia preciosa de Dios en nosotros. De esa manera, sentiremos el infinito amor y perdón del Señor. Que no se oculte el sol y te venza el sueño, sin que te pongas a cuentas con Dios. Por todo lo que haya pasado por nuestra mente, lo que dijimos y la forma cómo procedimos. El apóstol Pablo nos enseña en su carta a los Corintios, que nos bastaramos en su gracia, ya que su poder se perfeccionará en la debilidad. No seas tu propio juez y te condenes por cada fallo, cada paso mal dado o cada meta que no pudiste cumplir.
No cargues más, el lastre de tus “fracasos”, ni le hagas más daño a tu autoestima, eres mucho más que tus errores. Nunca más vuelvas a identificarte con ninguno de ellos. Un día escuché a alguien decir que le había fallado a Dios, y por ese motivo, iba a pecar el doble y sin control, porque se sentía poca cosa y todo le importaba, por la vergüenza que sentía. Esa es la forma de operar el enemigo de nuestras almas. Luego de presentarnos la tentación, buscará hacernos caer, para hacernos ver como indignos delante del Señor. El Dios de gracia, desea que confesemos nuestro pecado. El es fiel y justo para perdonarnos y limpiarnos de toda maldad. Nuestros errores no nos definen, nuestras decisiones sí. Que lo que vayas a hacer, sea sometido a la voluntad de Dios y te lleve, a agradarle. En la medida de lo posible, repara los daños que tu debilidad causó a la relación con los demás.
Así como todos los días aseamos nuestra casa porque se ensucia, así mismo cumplamos la tarea de acercarnos a Dios para que nos limpie y purifique. Que la rendición de cuentas sea un hábito de por vida. David el salmista, le pedía al Señor que lo examinara y conociera su corazón. Que lo probara y revisara los pensamientos que lo inquietaban. ¿Qué te avergüenza y te sientes culpable de haber hecho, por lo cual necesitas pedirle hoy perdón al Señor? Recuerda que Dios no ha terminado contigo. Suscríbete a este blog y recibirás notificación cada vez que suba una nueva entrada. Reenvía el enlace de ésta reflexión a tus amigos y familiares. Deja tu comentario al final del blog. Abrazo fraterno para todos y feliz início de semana.
Pr. José Ángel Castilla
Usted lo ha dicho Pastor, el regalo más preciado que hemos recibido es el Regalo de la Salvación. Qué sería de nosotros sin ese regalo… Somos hijos de la Gracia. Y por ello, cada vez que vamos a la Presencia del Señor, somos nuevas criaturas. El pasado queda atrás, somos hechas nuevas.
Dios cada día necesitamos que muestres tu misericordia en. Nuestras vidas perdonando nuestros pecado
Somos humanos y siempre estamos tentados al fracaso y a pecar, esta en nosotros reflexionar , aceptar nuestros errores y sobre todo no volverlos a cometer. Sobre todo tratar de manejar las emociones .