Astillas en el ojo ajeno

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Uso lentes de contacto desde mi adolescencia. Una de las grandes recomendaciones que me han dado los especialistas en todos estos años, ha sido que por ningún motivo me rasque los ojos. Erróneamente por algún tiempo lo hice, causandome una pequeña deformación de la córnea derecha. Te imaginas lo complicado que sería que un cuerpo extraño ingrese a la conjuntiva de nuestros ojos y que nos impida ver correctamente. De seguro que no sería cómodo para ninguno, además de afectar nuestra calidad de vida. Continuando con los consejos a los ciegos espirituales, el Señor ahora hace énfasis en los juicios que hacemos a los demás, pero que somos incapaces de ver y reconocer en nosotros mismos, tanto faltas como debilidades. Cada juicio a tu prójimo sin mirarte a ti mismo, Jesús lo llama \”astillas\”. Necesitamos dimensionar en su realidad magnitud, cuáles son los troncos que tenemos en nuestros ojos y no andar señalando esas astillas pequeñas en la vida de los demás.

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Siempre juzgar, señalar, criticar será lo fácil. Lo difícil mas no imposible, será el poder reconocer que hay troncos, que nos impiden caminar en el Señor. Dios no nos llama a crucificar a la gente, por muy grandes sean sus faltas. No te unas al bando del escarnio en contra de quien no le ha tocado fácil la vida. Seamos siempre empáticos frente a la necesidad de la gente. Cuidemonos de no caer en la hipocresía de sentirnos superiores a los demás, en la jactancia de que nosotros no luchamos con algunas debilidades que quizás la gente a la que criticas lucha. Cuánta sabiduría en éstos consejos del Señor: Primero debemos remover el tronco de nuestros ojos para así tener la autoridad de ver y ayudar a remover las astillas ajenas. Según los expertos, cuando uno se rehúsa a admitir sus errores, también se está menos dispuesto a recibir críticas constructivas, lo cual podría ayudarnos a perfeccionar habilidades, rectificar malos hábitos y mejorar en general.

Humillate delante del Señor y reconoce que tu orgullo te lleva al juicio en contra de otros. Renuncia a la religiosidad y a todo pecado de altivez en el nombre de Jesús. Recuerda que Dios no ha terminado contigo. Suscríbete a este blog y recibirás notificación cada vez que suba una nueva entrada. Reenvía el enlace de ésta reflexión a tus amigos y familiares. Deja tu comentario al final del blog. Abrazo fraterno para todos.

Pr. José Ángel Castilla

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