A la mesa del Rey

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Cuanta bondad y cumplimiento de lo prometido, vemos en el corazón de David al restituir a Mefiboset hijo de su mejor amigo Jonathan el cual ya había muerto. Lo más fácil para el Rey era mandar asesinar al nieto del antiguo rey Saul y así poder eliminar todo obstáculo para reinar con libertad. De esa manera no había tropiezo con la antigua dinastía del rey Saul que tanto daño le había causado. En éste pasaje de hoy, vemos la determinación y cumplimiento de Dios para la casa de Saul. Sería destronado y reemplazado por un rey que gobernaría conforme al corazón de Dios. Y ese corazón fue lo que mostró David honrando y restituyendo al hijo lisiado de su mejor amigo.

Mefiboset vivía en el olvido. Lodebar era un lugar apartado y lejano. El rey lo manda llamar, le promete entregar todo lo que le pertenece por derecho, le da tierra y pone a su servicio jornaleros para que la trabajen y le den todo el fruto de lo producido, y le pide que se siente a comer junto a él en su misma mesa. He aquí la justicia, el amor, la restitución y reparación de todos los daños causados a una persona, que cuando niño lo dejó caer su nodriza quedando lisiado de por vida. Era tal la baja estima que tenía Mefiboset, que se consideraba un perro muerto. No se cuántas veces te hayas llegado a sentir así, pero no importa cual sea esa baja o deprimente condición en la que te sientas, deja que el Rey de Reyes y Señor de Señores te mande llamar y te siente a su mesa.

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Suelta el temor que te ha llevado a refugiarte en Lodebar, no queriendo tomar ni reclamar aquello que te pertenece y a lo que tienes derecho. El enemigo de nuestras almas hurta sueños, nuestra identidad y ataca nuestro estima y nuestra mente para que anulemos el poder de la Palabra de Dios con negativismo y dudas. Renuncia a toda parálisis espiritual y bloqueo emocional. Abre tu corazón y permite que el Señor te sane, fortalezca y levante. Hay una mesa esperando por ti con un gran banquete de parte de Dios.

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Pr. José Ángel Castilla

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