Sometiendo mi voluntad

La oración de Jesús en el huerto de Getsemaní fue intensa, sus emociones fueron profundas y su tristeza extrema hasta la muerte. Sentirse abandonado por todos y tomar el lugar de otro asumiendo la culpa para absolverle de todas las faltas y pecados es una obra de amor que nadie estaría dispuesto a realizar. Él derramó su corazón delante del Padre en oración y sus palabras eran: “ABBA”, es decir, papi dependo de ti. Todo esto resume el corazón de alguien que ama intensamente a aquel a quien ora y siente un profundo afecto, intimidad y sometimiento. Me ministra mucho LEER que Jesús le dice al Padre: “TODO ES POSIBLE PARA TI”. Tenía todo el poder para ser eximido de ésa responsabilidad impuesta, pero SOMETIÓ SU VOLUNTAD POR COMPLETO. Se negó a sus gustos, preferencias y conveniencias en su naturaleza humana por acatar completamente la voluntad divina. Se bebió la copa de la amargura del pecado de toda la humanidad, no habiendo cometido ninguno en sus treinta y tres años de vida humana. Pocas horas le quedaban para CARGAR CON EL PESO DE LA IRA SANTA DE DIOS, ACUMULADA DE SIGLOS.

ÉL nunca experimentó en sí mismo, la AMARGURA del pecado, ni el sentimiento de CULPA Y VERGUENZA por transgredir la ley moral de Dios. POR PRIMERA VEZ IBA A EXPERIMENTAR EL ABANDONO DEL PADRE, LA RUPTURA DE LA COMUNION Y HACERSE OFRENDA PERFECTA POR EL PECADO Y MALDICION POR NUESTRA CAUSA. Esa copa que aceptó beber contenía CADA CRIMEN, BLASFEMIAS, DESOBEDIENCIA, PENSAMIENTOS PECAMINOSOS, LUJURIOSOS y cuanto pecado cometido y por cometer POR AMOR A LA CORONA DE SU CREACIÓN: NOSOTROS. Cristo llegó a Getsemaní, abrumado ante la realidad, de ser triturado por una ira sin misericordia, para hacer posible que hoy TODOS disfrutemos de una misericordia sin ira. Hoy te invito a someter tu voluntad, deseos, sueños, ambiciones, caprichos y todo lo que en tus propias fuerzas has intentado lograr o realizar sin la ayuda de Dios. Renuncia a toda suficiencia, orgullo y altivez. Pisa tu nombre, talentos y logros y COLÓCALOS A LOS PIES DE JESÚS.


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Pr. José Ángel Castilla

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