Postrados a sus pies

‭Jesus llega a casa de sus grandes amigos Marta, María y Lázaro, en la aldea de Betania. La invitación a cenar, mostró la diferencia entre dos hermanas a la hora de recibir y atender al Señor. Marta se afanaba con la perfección en los detalles y estaba tan distraída en ellos, que olvidó disfrutar de la compañía y las enseñanzas de su invitado especial. Algunos cuando sirven a Dios lo hacen bajo la presión del estrés para que todo “salga bien”, pero para lograrlo se amargan, insultan, juzgan y se irritan. Dañan el ambiente alrededor del invitado, por sus reacciones. Es fácil alabar lo bueno y ágil de lo que hacemos, así como criticar a quienes sentimos no son de ayuda en medio de los quehaceres. Marta quitó sus ojos de Jesús, y los centró en el activismo. Cuando tomamos la actitud de Marta, somos altamente diligentes, pero descuidados de activar nuestra escucha. La palabra nos enseña que debemos ser prontos para oír, tardos para hablar y tardos para airarnos.

Sentemonos a los pies de Jesús y abramos los oídos a sus enseñanzas. El espíritu diligente de Marta sólo busca culminar un trabajo, pero no sé disfruta del invitado por el cual con tanto esfuerzo preparamos todo. Por tal razón el Señor la exhorta diciéndole: AFANADA Y TURBADA. En cambio María con su quietud, había escogido la mejor parte de la invitación y era postrarse a los pies del Señor y escucharlo. Sentarse a los pies de Jesús implica aceptar y obedecer sus enseñanzas. Postrarse a sus pies significa ser sumiso, ser discipulado, tener fe y amarlo. ¿Estás listo amado lector para postrarte a los pies de tu maestro? Recuerda que Dios no ha terminado contigo. Suscríbete a éste blog y recibirás notificación cada vez que suba un nuevo artículo. Comparte el enlace de éste mensaje con tus amigos y familiares. Abrazo fraterno para todos.

Pr. José Ángel Castilla

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2 comentarios en “Postrados a sus pies”

  1. muchas veces actuamos y nos damos cuenta que adoptamos esa mala actitud y la terminamos cargando en todas las etapas de nuestras vidas, Deleitarnos en el señor nos ayuda a bajar la guardia, a descansar y a disfrutar de cada momento, sin sentir frustración, que nos lleva a airarnos.

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