Poderoso gigante

El profeta Jeremías, tenía la completa certeza de que el Señor estaba con él como PODEROSO GIGANTE. Pese al dolor y a la dificultad de su trabajo profético, de sentir afrentas, burlas, escarnio y desprecio de sus muchos enemigos, encontraba su confianza sólo en ese Gran y poderoso Dios al que en algún instante también le renunció. Qué hermoso RECONOCER que el poder y la majestad de Dios, son mayor que el dolor, la humillación, el rechazo y las golpizas, que le acontecían a Jeremías. Fue mayor el fuego interior del Espíritu Santo en él, que lo llevaban a no quedarse callado y fortalecerlo en la debilidad. Cuando vemos a Dios engrandecerse en medio de nuestras vicisitudes, nuestras miserias se hacen pequeñas. Todo aquel que nos persiga,  tropezará y no prevalecerá. Nuestro poderoso Dios, obrará a favor de sus hijos y les protegerá. ¿Cuántas veces luchamos en nuestras propias fuerzas, siguiendo los consejos equivocados y deseando tomar venganza en nuestras manos? No olvides amado lector, de que Dios es nuestro escudo y nuestra recompensa. Sólo necesitamos confiar y ver las manifestaciones de Dios.

Ese buen Dios, probará nuestros corazones y mirará nuestros pensamientos e intenciones ocultas. Alégrate y GÓZATE en abandonar tu causa en Dios. Jeremías sabía que podía dejar su asunto en las manos de Dios, del cual venía su sabiduría y su fuerza. El Juez de toda la tierra en nuestros momentos de tribulación siempre hará lo correcto. El corazón del profeta rebosaba de alabanza. Recibió esa doble porción de fuerzas, que se encuentran en la comunión e intimidad con Dios. Los problemas no tienen que concluir, sin antes VER Y CONFIAR EN LA VICTORIA Y LIBERACIÓN DEL SEÑOR. Tus miserias se hacen pequeñas mientras miras la Gloria de un Dios grande amado lector. Recuerda que el Señor no ha terminado contigo. Suscríbete a éste blog y recibirás notificación cada vez que suba un nuevo artículo. Tus opiniones son importantes. Comparte con tus amigos y familiares el link de éste mensaje. Abrazo fuerte para todos.

Pr. José Ángel Castilla