Orgullo espiritual

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Dos hombres subieron al templo a orar, el uno era fariseo y el otro era publicano. Las motivaciones en el corazón de ambos fueron completamente distintas. El fariseo no oró a Dios, sino que hablaba consigo mismo de forma jactanciosa. Podemos a veces creer que estamos orando, pero realmente estamos hablando con nosotros mismos e inflados de orgullo espiritual. Esa manera de \”hablar con Dios\”, muestra la realidad de lo mal que estamos por dentro, ya que sólo nos enfocamos en nosotros mismos. El fariseo se adoraba y se regocijaba, no en quien era Dios sino en quien era él. Esto termina tarde que temprano en falta de dependencia en las fuerzas del Señor. Competir y vernos como superiores y los mejores, conlleva a ver a tu alrededor, a inferiores y peores. Si te sientes realmente espiritual, esa madurez se mide siendo compasivo y servicial, no pretensioso ni altanero. La falta de humildad en el fariseo, le hacía ver mas el pecado de otros y no el propio, por eso se alababa diciendo: No soy como este publicano, ayuno 2 veces por semana y doy diezmos de todo lo que gano.

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En aquellos días muchos judíos ayunaban el 2º y 5° día de la semana, porque creían que Moisés había subido al monte Sinaí a recibir la ley en el 5° día, y descendió con las tablas de la ley, el 2o día. Habían otros, que deseaban ganar méritos especiales y ayunaban también los lunes y jueves. Allí la motivación, era que otros vieran sus rostros demacrados y sus ropas sucias. Esto lo hacian a propósito, ya que esos días eran aquellos en los ciudadanos de Jerusalén, salían a mercar y la ciudad estaba llena de campesinos. El otro hombre que subió a orar al templo, fue HONESTO con Dios acerca de su pecado. SE HUMILLÓ, SE ARREPINTIÓ Y RECONOCIÓ SU NECESIDAD DE LA MISERICORDIA DE DIOS. Era tan grande su dolor por el pecado cometido, que se daba golpes en el pecho como señal de genuino arrepentimiento. Con ésta historia es bueno que reflexiones acerca de tus motivaciones a la hora de orar.

La mucha palabrería y el orgullo, no agradan a Dios. Ora con sencillez y honestidad, porque aquel a quien oras te conoce muy bien y no le molesta que le digas la verdad, de lo que eres y de las cosas que haces. Tus logros espirituales rindelos a los pies del Señor para que en todo, la Gloria siempre se la lleve el Señor y no tú. Recuerda que Dios no ha terminado contigo. Suscríbete a este blog y recibirás notificación cada vez que suba una nueva entrada. Reenvía el enlace de ésta reflexión a tus amigos y familiares. Deja tu comentario al final del blog. Abrazo fraterno para todos.

Pr. José Ángel Castilla

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0 comentarios en “Orgullo espiritual”

  1. La oración es un diálogo franco y sincero con nuestro Padre donde exponemos nuestros verdaderos sentimientos y pensamientos con la confianza de un perdón anticipado y sin juzgamiento.

    Orar con el corazón es medicina para el Alma y crecimiento espiritual.

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