El Diablo llevó a Jesús a Jerusalén, al punto más alto del templo, y nuevamente volvió a sembrarle dudas respecto a su identidad, y le dijo: —Si eres el Hijo de Dios, ¡tírate! Satanás conoce la escritura, por eso la recita textualmente, pero nos lleva a desobedecerla. Por eso, le recuerda a Jesús lo que escribe el salmista en el Salmo 91:11-12: “Él ordenará a sus ángeles que te protejan y te guarden. Y te sostendrán con sus manos para que ni siquiera te lastimes el pie con una piedra”. No podemos desafiar a Dios por el hecho de ser sus hijos y Él amarnos, llegando a peligros extremos, desafiándole a que corra por nosotros, para salvarnos de los mismos. Tancredo Neves ex-Presidente de Brasil, durante la campaña Presidencial dijo que si consiguiera 500,000 votos, ni Dios lo quitaría de la Presidencia. Logró conseguir los votos, pero se enfermó un día antes de ser Presidente y murió. Como ésta, han sido muchas las historias de personas que desafiaron a Dios y murieron intempestivamente.
Por esta razón, debemos de tener cuidado con malinterpretar la escritura para justificar nuestra desobediencia. Somos hijos de Dios a través de Cristo Jesús y no necesitamos subir a la montaña más alta, para lanzarnos desde allí en el nombre de Jesús y luego esperar a que llegue un ángel y nos rescate de morir. Si te lanzas te mueres. Esa es una errada forma de desafiar el poder de Dios. Hace 10 años, viví un momento emocional muy difícil. En mi impotencia y frustración, le dije al Señor que no quería seguir viviendo y que me llevara justo en ese momento. Los siguientes tres meses, experimenté sufrir de mareos que ni siquiera con medicamentos se me quitaban. Me incapacitaron y los médicos tratantes, no encontraban la razón de mis vértigos. El Espíritu Santo me recordó lo que había dicho y renuncié a todo espíritu inmundo de temor y de muerte, por cuanto mis palabras le habían entregado al enemigo derecho legal para atacarme. Comprendí que ni con Dios, las palabras o la vida se juega, porque lo que hagas o digas genera consecuencias.
Ni siquiera en el dolor más profundo que puedas experimentar, desafíes al SEÑOR. No pongas en juego tu identidad de hijo de Dios. Abre tus ojos espirituales y discierne el mover espiritual del enemigo. Él siempre silenciosa y pacientemente buscará oportunidades para que caigamos en su trampa. Recuerda que Dios no ha terminado contigo. Suscríbete a este blog y recibirás notificación a tu correo electrónico, cada vez que suba una nueva entrada. Reenvía el enlace de esta reflexión a tus amigos y familiares. Deja tu comentario al final del blog. Abrazo fraterno para todos.
Pr. José Ángel Castilla
Pastor bendiciones para usted! Tremendo amado esta enseñanza, que me pone a meditar cuántas veces he dicho: “ el Señor está conmigo, tranquilo”, sin pensar o discernir las consecuencias y a veces me he arriesgado a muchas cosas, probando o poniendo a Dios a prueba. Su enseñanza me recuerda este verso: El sabio es prudente ve el peligro y se aparta. Gracias pastor por éste mensaje poderoso! Dios lo siga bendiciendo grandemente.