Luchas de la vida diaria

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Las luchas que libramos con nuestra carne insujeta, rebelde, atrevida y nada espiritual son diarias. Como hombres de Dios debemos someterlas y llevarlas cautivas a la cruz que decidimos tomar. El apóstol Pablo nos enseña, que con Cristo estamos juntamente crucificados. Ya no vivimos nosotros, sino que ahora Cristo vive dentro nuestro. Como tal ahora en esta nueva forma de vivir, es el Señor quien gobierna en nuestras emociones y voluntad. Tomar la cruz es más que la decisión que asumimos, en una emocionada oración una vez en el pasado. Esa cruz que decidimos tomar y a la cual estamos clavados, debe ser una decisión diaria. En ese invisible madero, estamos sujetos con invisibles y formativos clavos de amor.

Eso conlleva a que Cristo se comience a notar en la forma en que hablamos, el resultado de las decisiones que tomamos y la forma cómo conducimos nuestra vida. No someter la carne, es dejar que las pasiones pecaminosas y deseos malsanos, nos conduzcan fácilmente al pecado, con el cual desagradamos a Dios. Hoy dedico de forma especial ésta entrada, a todos mis lectores que se han sentido atacados por distractores, que los tienen sumidos en el Internet viendo cosas indebidas. También para los que rinden culto a la televisión antes que a Dios y quizás algunos otros que luchan con cortar relaciones, que no les aportan nada bueno y lo que hacen es alejarlos de Dios.

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Mantente entonces enfocado y sigue la guía del Espíritu Santo, aprendiendo diariamente tu lección de vida. Vela que cada día aprendas lecciones, para así no repetir los mismos errores. Algunos descuidan su relación con Dios, porque se mantienen intencionalmente ocupados, sienten apatía, pereza a la oración o asistir a la iglesia. Apartan tiempo para la vida social y su empresa personal de volvió su ídolo, pero para las cosas de Dios no hay espacio. Trabaja en esos distractores que te sacan del propósito de Dios y recuerda que Dios no ha terminado contigo. Suscríbete a este blog y recibirás notificación cada vez que suba una nueva entrada.

Reenvía a tus amigos y familiares el link de ésta reflexión. Deja tu comentario al final. Abrazo fraterno.

Pr. José Ángel Castilla

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