Llegó la hora de limpiar.

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Cada vez que nos mudamos de casa o hacemos limpieza profunda, nos damos cuenta de que necesitamos desechar objetos que no utilizamos y con el tiempo nos acostumbramos a convivir con ellos. Acumulamos \”cosas\” que terminan siendo basura que a simple vista no veíamos con facilidad. Así sucede también con nuestra vida. Hay sucio del pasado que tenemos que sacar del corazón. Desecha esas actitudes que desagradan y contristan a Dios. Al leer el pasaje de hoy, el apóstol Pablo nos enseña que hay cosas que eran valiosas, pero en el presente ya no lo son.

Atrás quedaría el ser hebreo de pura cepa, haber sido circuncidado al octavo día, ser fariseo, tener doble nacionalidad y hablar dos idiomas. Todas estas cosas valiosas de antes, ahora son sólo basura. Lo verdaderamente valioso, es conocer el infinito amor de Dios, a través de la persona de Jesús. Nada será más importante, ni los títulos profesionales que obtengamos, ni el dinero que ganemos y todo lo que con él compremos. Nada se compara con obtener la corona inmarchitable de la salvación.

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Pregúntate:

¿Cuáles serían las cosas que consideras más importantes y de alto valor en tu vida?

Ganar a Cristo era la corona más importante para el apóstol Pablo. ¿Será que para nosotros la salvación, la vida eterna, caminar en esta tierra y mostrar el amor de Dios, no es importante ni tampoco un asunto urgente y de prioridad? En éste tiempo de tantos cambios y nuevas decisiones qué tomar, revisa en qué lugar de tú vida, estás colocando los esfuerzos, el enfoque y la pasión por las cosas espirituales. Algunos se han desubicado y se esfuerzan en recuperar las cosas que la pandemia les quitó, pero no el reconectar con Dios.

Si luego de reactivarse la economía en algunos sectores y te esfuerzas por emprender, pero no cambias tus anteriores malas motivaciones, la pandemia por el Covid 19, no te enseñó nada. No compares lo que tienes, lo que has logrado material como una casa, un carro o una empresa, ni aún lo emocional, relacional o ministerial, a conocer el maravilloso amor de Dios, capaz de transformar desiertos en ríos.

Desecha de tu corazón, todas aquellas cosas poco importantes que te alejen de conocer y caminar con Cristo. Recuerda que Dios no ha terminado contigo. Suscribete a este blog y recibirás notificación cada vez que suba un nuevo artículo. Reenvía a tus amigos y familiares el link de ésta reflexión. Deja tu comentario al final. Abrazo fraterno. Te bendigo.

Pr. José Ángel Castilla

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