El desánimo es el antónimo del buen ánimo. Como seres humanos y hombres de Dios, no estamos exentos a escaparnos de ésto, ya que estamos compuestos de emociones, sentimientos, incertidumbres o tristeza. El desánimo es un estado del hombre natural y éste puede llegar a ser momentáneo o permanecer con nosotros por largo tiempo, dando lugar a la depresión. El desánimo se origina en algo que no queremos y nos sucede o cuando estamos insatisfechos con lo que nos está pasando. Aunque el desánimo en sí mismo no es pecado, a veces le acompaña la amargura, el enojo, la ira, la falta de contentamiento, y hasta desacuerdo con la voluntad perfecta de Dios. No te dejes gobernar por la melancolía y el desánimo amado lector. Identifica las situaciones que te han llevado a caer en desánimo y así evalúa el estado de tu corazón. No ignoremos tampoco las maquinaciones del enemigo de nuestras almas, ya que en los momentos de desaliento, el diablo trae a la mente, pensamientos y argumentos que nos llevan a dudar de lo que dice la Palabra de Dios.
No consientas en tu mente las mentiras del maligno, contrarrestalas a la luz de la Palabra de Dios. No creamos en esa mala influencia, haciéndonos pensar mal, del Dios al que amamos y servimos. Toma un momento para pensar en todo lo bueno que ha sido el Señor contigo. Exprésale tus inquietudes y temores, así como Jesús estando en el Getsemaní, a pocas horas de ser entregado, oró intensamente presentando a él su causa. Para tratar con el desánimo, ayuda mucho buscar apoyo en oración con personas temerosas de Dios. También es importante buscar y memorizar promesas bíblicas, que nos fundamenten en medio de la lucha contra la tristeza y el desaliento. La falta de conocimiento de la Palabra de Dios, nos hace pecar y ser vencidos ante las tentaciones del enemigo. Recuerda que Dios no ha terminado contigo. Suscríbete a éste blog y recibirás notificación cada vez que suba un nuevo artículo. Comparte el enlace de éste mensaje con tus amigos y familiares. Abrazo fraterno para todos y feliz inicio de semana.
Pr. José Ángel Castilla
Gracias, así es. Ganamos la batalla del desánimo poniendo nuestra esperanza en Dios!