Quien presta o facilita algo a los demás, sin interés a cambio demuestra un genuino amor. Tener comunión los unos para con los otros, es el corazón de la iglesia primitiva descrita en el libro de los Hechos de los apóstoles en la Biblia. Comunión es compartir un amor desinteresado, sincero y sacrificial hacia otros. Es ser soporte y consuelo para los demás. Todo esto se vive a través de la bendición de congregarnos, por el calor humano que allí se vive. La Biblia nos enseña que donde dos o tres reunidos en Su nombre estén, allí el Señor está. Grande o pequeño el número de integrantes de una comunidad, es clave y vital reunirse en grupos pequeños o células una vez por semana.
Allí se celebra el buscar juntos al Señor y sentir la cercanía de la familia de la fe al orar, crecer meditando en la Palabra y compartiendo un refrigerio o cena. El cuerpo de Cristo, al igual que el cuerpo humano, contiene vitales pequeñas células. Esas reuniones de amistad, nos hacen crecer en relaciones, porque ganamos corazones para Jesús y cumplimos propósito a través de ellas. Como hijos de Dios, tenemos que relacionarnos mejor de lo que la gente que no teme a Dios, lo hace. El mundo es interesado y sus relaciones son superficiales, sin vida y tan diferentes al ejemplo que Jesús nos entregó, cuando compartió el amor del Padre por tres años con sus discípulos.
No tengas temor de abrir el corazón y exponerte, mostrando el amor que Dios te ha dado. Paga el precio de ser recíproco, sincero, compasivo y misericordioso. Esto te hará crecer relacionalmente con los demás. Da sin esperar nada a cambio y refleja a Cristo en tus actos. Enseña un amor desinteresado, a quien te rodea y más fácilmente serás usado para ganar a otros para el Señor. Recuerda que Dios no ha terminado contigo. Suscríbete a este blog y recibirás notificación cada vez que suba una nueva entrada. Reenvía el enlace de ésta reflexión a tus amigos y familiares. Deja tu comentario al final del blog. Abrazo fraterno.
Pr. José Ángel Castilla
Que así sea Pastor. Gracias