Luego de que Jesús en el Sermón del monte enseñara a las multitudes a poner la otra mejilla, como legado de paciencia y humildad para nosotros. Después entrega la instrucción de a quien le quitaren su capa, no se negara tampoco a entregar su túnica. El Señor entonces nos instruye en cómo tratar a los que abusan, maltratan, obligan y manipulan. Para con cada uno de ellos, debemos tomar el control de la situación, através de actos de servicio y amor. La ley de Moisés enseña que si se tomaba el abrigo o la capa de alguien como garantía por un préstamo, se debía devolver antes de la puesta del sol. Si la persona sólo tenía un abrigo, no tendría entonces cómo poder abrigarse. En el pasaje de hoy Jesús nos insta a dar a aquel que nos pida. Sabemos que muchas personas tomaron por costumbre el mendigar en la calle. Nos cuentan una historia triste y mentirosa buscando mover nuestro corazón y darles algo de dinero. La enseñanza del Señor va mucho más allá que darle a éste tipo de personas. Él nos dice que no nos cerremos a dar de lo que tenemos, porque todo lo hemos recibido de Dios.
Cuántas veces teniendo, el pensamiento egoísta nos lleva a hacernos creer que se nos va a acabar lo que tenemos. Creo que detrás de cada acto de generosidad que entregamos con un corazón sincero y la motivación correcta, el primero que se alegra es el corazón del Señor. Quedarnos sin nuestras capas o abrigos, es un hermoso acto de amor y humildad, de hasta donde somos capaces de incomodarnos para que otros sean beneficiados. Éste es un amor sacrificial así como el de Cristo por nosotros, que se entregó en una muerte de cruz, sólo por amor. Quien es capaz de dar desinteradamente, ha reconocido que su provisión va más allá de lo que alguien pudo tomar de nosotros y que quizás no nos lo devuelva nunca.
El Señor me ha enseñado que mientras más me mantenga dando, más me dará él. ¿Por qué si tengo, he de retener bondad y generosidad hacia la gente que necesita? Las despensas de alimentos, los closets de ropa y zapatos, tu bolso o billetera no conocerá la escasez, si estás dispuesto a tomar de allí para bendecir la obra de Dios y también, tener actos de cuidado con personas necesitadas. El único límite para este tipo de actos de sacrificio y amor, será la fe y la gratitud en el corazón de entender, que TODO LO QUE TENEMOS se lo debemos a Dios. Nada merecemos y debemos ser congruentes entre lo que la Palabra nos enseña y lo que hacemos. Nunca llamemos amor el entregarnos a la manipulación de alguien. Permite que tu gesto de generosidad transforme corazones y que tu motivación sea el que nadie te pague o devuelva lo que haces por los demás.
Recuerda que Dios no ha terminado contigo. Suscríbete a este blog y recibirás notificación cada vez que suba una nueva entrada. Reenvía el enlace de ésta reflexión a tus amigos y familiares. Deja tu comentario al final del blog. Abrazo fraterno para todos.
Pr. José Ángel Castilla
Gracias por estos versículos Pastor. Hasta el dar sin pensar cuánto tengo o me queda o se me va acabar es un acto de fe. Y sin fe no agredamos a Dios.
Yo trato a las personas con mucho amor, así como DIOS me trata a mi.