El mejor ejemplo de humildad.
La humildad no tiene que ver con la apariencia física, la forma en la que nos vestimos o las palabras que utilizamos al hablar. Detrás de la suave voz o la ropa desgastada de alguien, se puede esconder un arrogante y orgulloso. La verdadera humildad, va asociada a reconocer quienes somos delante del Señor. Aceptar …