Sólo Dios sabe el por qué.

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En la vida nos hacemos muchas preguntas acerca de las cosas que nos ocurren. Cuando no encontramos respuestas a los \”por qué\” de las mismas, debemos acercarnos al Señor. Hay cosas ocultas y no reveladas que sólo le pertenecen a Dios y sólo cuando estemos en su presencia las entenderemos. Lo que sí nos concierne y es de nuestra absoluta responsabilidad, es acerca de nuestra vida espiritual y relacional con Dios. Ella demandará que le rindamos cuentas y hagamos un inventario moral diario. La Biblia dice que no hay maldición sin su causa, es decir, que si por nuestro pecado, nos están aconteciendo cosas negativas y sentimos que no avanzamos, estamos estancados y cesa la lluvia de bendiciones físicas y espirituales, es consecuencia de las puertas que nosotros mismos abrimos al enemigo de nuestra alma. Esas puertas abiertas, le entregarán un derecho legal al diablo que debe ser quitado con nuestra confesión y arrepentimiento de la falta que hayamos cometido.

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El pecado oculto nos maldice y el diablo en su plan de hurtarnos, matarnos y destruirnos quiere mantenernos callados sin confesar. Jesús quiere liberarnos, porque él ha venido para darnos vida en abundancia. Los marineros en esta porción del libro de Jonás, por mucho que remaron e intentaron colocar el barco en tierra, les fue imposible debido a la tormenta que se provocó por la desobediencia de un hombre. Cuántas veces luchamos en nuestras fuerzas y nada ocurre. Queremos controlarlo todo y vanagloriarnos de nuestro coraje y lucha. Dios es Dios y si tiene que mover los montes y hacer que tiemble la tierra y se levanten las olas del mar, para que entendamos que estamos equivocados y llevarnos al arrepentimiento, lo hará una y otra vez.

No culpes a nadie de lo que te sucede. Reconoce que has desobedecido a Dios. La paga del pecado es la muerte espiritual. Clama al Señor y él en su infinita misericordia, te perdonará y limpiará de toda maldad. Asume la responsabilidad de tus faltas. Nadie pagará por las faltas de otros, pues la Biblia nos enseña en el libro de Ezequiel, que los justos serán recompensados por su \”propia conducta recta\” y las personas perversas serán castigadas por su \”propia perversidad\”. Solo Jonás podía arrepentirse y ponerse a cuentas con Dios. En este inicio de semana, te invito a pedir perdón y arrepentirte por tus pecados de acción u omisión delante del Señor. Luego de eso, LA TORMENTA QUE VIVES CESARÁ. Recuerda que Dios no ha terminado contigo. Suscríbete a este blog y recibirás notificación cada vez que suba una nueva entrada. Reenvía el enlace de ésta reflexión a tus amigos y familiares. Deja tu comentario al final del blog. Abrazo fraterno para todos.

Pr. José Ángel Castilla

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