En este famoso cuento infantil, cada vez que Pinocho decia una mentira se le crecía la nariz. A medida que mentia mas y mas asi mismo la nariz se iba creciendo. Un dia le creció tanto, que apenas podía sostenerla con su cabeza. Con lágrimas en los ojos, Pinocho se disculpó con el Hada y le prometió que jamás volvería a decir mentiras, por lo que su nariz volvió a ser pequeña.
Mentir a la luz de la Escritura es pecado y viola uno los diez mandamientos dados por Dios en donde se nos prohíbe MENTIR. Decir la verdad es el valor correcto, a Dios y a los demás.
Dios aborrece la mentira porque va en contra de su esencia. El es un Dios de verdad que no miente porque la Biblia dice que el no es hijo de hombre para mentir ni hombre para arrepentirse.
El padre de la mentira es el Diablo y cada vez que mentimos además de pecar nos hundimos en un océano de excusas para justificar la mentira que dijimos y no modelamos a Jesús de forma correcta.
La mentira trae desunión a la familia, a los amigos, en relaciones laborales porque con una persona mentirosa no se puede contar ya que se pierde la confianza en ella.
Toma la decisión de renunciar a toda mentira, acostúmbrate siempre a decir la verdad y no prometas a las personas cosas que tú bien sabes no vas a cumplir sólo por quedar bien con ellas. Sé sincero con Dios y quítate la máscara de falsedad que muestra a alguien distinto a quien verdaderamente eres.
Si puedes reconocer tu falta a quién le mentiste hazlo y te liberas de tener que volverte una persona que le toca inventar historias para ocultar una mentira. No hagas de tu vida un estrés constante y nada sostenible mostrando dos versiones de ti mismo a los demás.
Dios no ha terminado contigo, asume el compromiso de no mentir más y crece en carácter en el nombre de Jesús.
Si fuiste bendecido suscríbete y comparte con tus amigos y familiares.
Abrazo fuerte.
Pr. José Ángel Castilla