Cuando escapamos, evadimos una responsabilidad, evitando así el enfrentar una verdad, por miedo a la confrontación y a sus consecuencias. La Biblia nos insta a huir frente a situaciones extremas, como la tentación sexual que vivió José frente a la esposa de Potifar por ejemplo. Pero, DE DIOS y sus propósitos, ¿Cómo Escapar? ¿Cómo ocultarnos y huir de Su omnipresencia?
No escapes ni evadas a la instrucción de Dios, para hacer lo que crees es lo mejor. No olvides que Dios es amor y tiene basta misericordia frente al perdido. Aquel que carece de esperanza, ha fallado mucho y no tiene salvación, está en el corazón del Señor. Al profeta Jonás, le fue encomendado ir a Nínive, porque Dios quería llevar salvación a ese pueblo, pero él tomó una embarcación rumbo a un lugar opuesto, Tarsis, porque careció de la sensibilidad y amor por el perdido, no estuvo de acuerdo con la comisión de Dios y se molestó.
Personas que no te caen bien y te han hecho mucho daño, están en el ojo de amor del Señor. ¡No los desprecies tú! Huir de la comisión, le representó a Jonás, que durante el viaje, Dios desatara una gran tempestad para hablarle. El mar embravecido fue la señal para que pudiera reconocer la soberanía del Señor y finalmente recapacitar de su falta. No conozco a desobedientes exitosos, ni a tercos prosperar, por su ceguera y rebeldía. La desobediencia siempre nos aleja de la voluntad del Señor. Lo único que detuvo al mar embravecido fue la decisión de un hombre, de ponerse a cuentas con Dios. Tan pronto Jonás fue arrojado a las aguas la tempestad cesó.
Si las aguas alrededor de ti están agitadas, hay algo que necesitas decirle a Dios. ¿En que área le estás fallando? ¿Qué pecado oculto debes confesar? ¿Qué instrucciones recibiste y has hecho todo lo contrario a obedecer? Valora este mensaje, corre a los brazos del Padre y busca estar en Paz con Él y con los demás. Si estás en conflicto con personas, busca calmar las aguas conversando, limando las asperezas y procura un diálogo sano en la medida de tus posibilidades.
Un gran pez se tragó a Jonás cuando fue arrojado al mar. En medio de las algas tuvo un instante de encuentro con Dios y oración en tres días, antes de ser vomitado en el lugar de la voluntad de Dios (Tarsis). Recapacita y toma decisiones de cambio. Reemplaza desobediencia por obediencia. No esperes estar en medio de un mar embravecido o ser tragado por un gran pez, para hacer lo que Dios te ha hablado. Te bendigo. Recuerda que el Señor no ha terminado contigo. Suscríbete a este blog y recibirás notificación cada vez que suba una nueva entrada. Bendice a tus amigos y familiares reenviando el link de ésta reflexión. Deja tu comentario al final.
Abrazo fraterno.
Pr. José Ángel Castilla