Nadie detrás de las rejas de una cárcel, pensaría en bendecir y alegrarse por la vida de otros, sino la ansiedad de ser libre pronto y hasta puede llegar a sentir amargura de corazón. El apóstol Pablo estaba en Filipos y estando preso podía en sus escritos, expresar gratitud, alegría y aun intercedió por ese pueblo.
Sólo el Espíritu Santo puede obrar en nosotros, ayudándonos a hacer lo que en nuestras fuerzas físicas, sería imposible de lograr. Que el pensar hacia los demás vaya enfocado siempre en gratitud. Que podamos con libertad darle también gracias a Dios, por la bendición de compartir con la gente, que el ha puesto cerca de nosotros.
Pedir con alegría desde una celda, sólo lo logra un corazón tratado y probado por el Señor. Alguien en quien el Señorío de Cristo se muestra como un reflejo en su vida. No se cuál ha sido la emoción que experimentas a la hora de orar en éste último tiempo. Pablo nos lleva a que sea cual fuere la circunstancia, no claudiquemos en seguir orando y esperando. Aprende hoy de un hombre, al que la cárcel no le impidió ser agradecido y bendecir a otros.
Que tu oración de hoy sea inspirada en la gratitud a Dios. Recuerda que Dios no ha terminado contigo. Suscribete a este blog y recibirás notificación cada vez que suba un nuevo artículo. Comenta y comparte con otros amigos y familiares.
Abrazo fraterno.
Pr. José Ángel Castilla
Amen tremendo es cierto un corazón transformado por el Espiritu de Dios y su palabra