Hombres como Juan el bautista son un regalo de Dios para la raza humana. Su ministerio fue poco valorado y amado por las verdades que brotaban de su boca que llevaban a las personas al genuino arrepentimiento. Él profetizaba y anunciaba al que había de venir (Jesús). Enfrentarnos a la verdad nos acerca verdaderamente a Dios, para poder así transformar nuestra vida y cada día ser mejores. Juan era un profeta no apegado al mundo, ni a sus antivalores. No se distrajo, sino que puso su mirada en Dios, para vivir en intimidad con él. El ministerio de Juan, despertó el corazón de los hombres para que se volvieran a Dios. Es incomprensible, que por el hecho de servir a Dios, tengas que ser privado de la libertad y vivir injusticias. También es inentendible que a pesar de esto, Jesús no sacó de la cárcel a Juan. Sólo le hizo saber lo que su ministerio ya estaba en acción. El verdadero poder del Mesías había iniciado a operar con humildad, cumpliendose así las profecías de Isaías.
Los ciegos ven, los cojos caminan, los sordos oyen, los muertos viven, los pobres escuchan las buenas nuevas. (Isaías 61:1, 11, 35:5, 26:19). Jesús quería asegurarle a Juan y a sus discípulos, que Él era el Mesías. También quería recordarles, que su poder se mostraría principalmente en humildes actos de servicio, satisfaciendo las necesidades individuales de la gente. Los siervos del Señor debemos imitar el ministerio de Jesús y no buscar protagonismo alguno, en nada de lo que hacemos por otros. El reconocimiento por servir a Dios y a los demás, no debe ser buscado. Aunque no comprendamos, no nos sintamos promovidos, a pesar de que veamos que el tiempo ha pasado y las respuestas se tarden, no claudiquemos en la motivación de amar y servir a Dios y a los demás. Lo que piensas que nadie ve de lo que haces para Dios, ya tu padre eterno lo ha visto y compensará cada minuto de tu vida invertido en Su Reino.
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Pr. José Ángel Castilla
Servir al propósito de Cristo es un priveligio para aquellos que lo aman y que experimentan sus maravillas… aún, en las pruebas mas duras que no podemos comprender pero que sabemos en nuestro ser que todo es para bien aunque el final victorioso a nuestros ojos no se de.
La mayoría de nosotros aprendimos bajo castigo y recompensa, de esta manera nuestros padres nos enseñaban que cada comportamiento negativo o positivo tenía una recompensa y normalmente en nuestra niñez esa consecuencia se reflejaba casi de inmediato. Es normal que aunque sirvamos a Dios de corazón, lleguemos a flaquear cuando las circunstancias no son acordes a nuestras intenciones y actos, Juan fue un hombre comprometido con su propósito y, sin embargo, en la cárcel tuvo un momento de debilidad. Lo importante es seguir creyendo a pesar de, es seguir esforzándose y haciendo las cosas con amor, aunque veas a otros prosperar o te ocurran situaciones difíciles, ya llegará el momento de la recompensa de nuestro Dios, Él no tarda, a su tiempo y cuando estemos preparados Él responderá. Bendiciones
Está palabra nos pone en alerta de nuestro verdadero llamado a servir a los demás sin mirar a quien, sin esperar nada a cambio y sin vanagloriarse, Dios nos tiene una recompensa que nos dará, pero esta recompensa no es de este mundo si no del venidero cuando Él venga por su iglesia.