La paciencia es la capacidad humana de soportar o tolerar situaciones molestas, extremas, irritantes o de adversidad, con tal de conseguir un objetivo deseado. Alguien paciente podría soportar condiciones difíciles controlando sus emociones, sabiendo esperar y perseverando en su conducta. El término paciencia proviene del latín pati (“sufrir”), y es la herencia del griego pathos. De allí que la palabra se semeja a paciente (de hospital): “el que sufre”. De hecho alguien enfermo y hospitalizado es paciente porque está viviendo un verdadero proceso para lograr el restablecimiento de su salud. La paciencia es un fruto del Espíritu Santo y un rasgo común de la gente madura.
El salmista en la porción bíblica de hoy, nos insta a no impacientarnos a causa de los malvados, ni envidiar a los inicuos. El gran consejo de Dios a través de David el salmista es a Confiar y hacer el bien. La desconfianza en las promesas de Dios, nos conduce a nunca sentir deleite en el Señor. Esa falta de satisfacción y plenitud nos hace cometer errores porque el alma nunca se sacia. Busca y busca deleite y se desvía como ciego que necesita de su lazarillo para caminar seguro. El lazarillo de tu vida es Jesús. Si Él no te guía ningún hombre sobre esta tierra podrá hacerlo. Sin el Señor no somos nada ni podremos hacer nada. Camina en fidelidad y pon tu delicia en Jehová.
De esta manera, Él podrá concederte cada una de las peticiones de tu corazón. Renuncia a toda impaciencia y ansiedad. Descansa en el Señor y encomienda a Él tu camino. Si confías en él, Él hará. Recuerda que Dios no ha terminado contigo. Suscríbete a este blog y recibirás notificación cada vez que suba una nueva entrada. Reenvía el enlace de ésta reflexión a tus amigos y familiares. Deja tu comentario al final. Abrazo fraterno para todos.
Pr. José Ángel Castilla