Mientras al hombre carnal le cuesta reconocer cuando se equivoca y también depender espiritual, emocional y físicamente de Dios, el Espíritu Santo nos favorece con la gracia divina que nos permite ver y entrar por puertas imaginadas. Esa hermosa y poderosa gracia la concede el Señor a los humildes. Y es que Dios resiste al hombre de corazón soberbio, porque le recuerda la caída del ángel de luz (Satanás) que debido a su orgullo y arrogancia, fue expulsado del cielo. La gracia y el orgullo son antónimos y enemigos eternos. El hombre orgulloso le exige a Dios que lo bendiga por sus múltiples méritos, reales o imaginarios. Pero la gracia no trata con nosotros bajo el fundamento de lo que somos o tenemos, sea bueno o malo, sinó con base en lo que es Dios. Entonces nuestra humildad amado lector, es recompensada por ese sello de la gracia divina. La humildad nos coloca en el lugar de recibir el gratuito regalo que Él nos da. Sometámonos al Señor como sus hijos, a la luz de la gracia que el ofrece a los humildes.
Pongamos las cosas en orden en nuestra vida y lo primero que debemos hacer, es colocar a Dios arriba, que se muestre él y que la Gloria en cada pequeña o gran situación se la lleve completamente él. Rindamonos ante nuestro REY y comencemos a ver la consecuencia de obedecerle. Resistamos al enemigo de nuestras almas y él huirá de nosotros en el nombre de Jesús. Hacer resistencia, implica estar de pie y en contra del maligno. Satanás huirá debido a la resistencia que mostremos como creyentes y también a la autoridad que tenemos en el nombre de Jesús, por Su victoria en la cruz. Acerquemonos a Dios con un corazón sincero, y él se acercará a nosotros. Aunque nos alejemos, él no hará lo mismo porque él es fiel. Recuerda que Dios no ha terminado contigo. Suscríbete a éste blog y recibirás notificación cada vez que suba un nuevo artículo. Comparte el enlace de éste mensaje con tus amigos y familiares. Abrazo fraterno para todos.
Pr. José Ángel Castilla