Fuentes inesperadas

La sabiduría de Dios, siempre tendrá cosas muy importantes para decirnos. Esto nos lo enseña, el más sabio y rico rey llamado: Salomón, quien antepuso el regalo de la sabiduría, a toda la riqueza que podría recibir en éste mundo. La sabiduría de Dios es: correcta, hablará siempre la verdad y detestará toda clase de engaño. Su consejo es sano; no tiene artimañas ni falsedad. Sus palabras son obvias para todos los que tienen entendimiento y claras para los que poseen conocimiento. Sabiendo esto amado lector, elijamos la instrucción, en lugar que la plata, y el conocimiento antes que el oro puro. Todo esto, nos lo enseña el libro de proverbios, en el contexto del pasaje que estudiamos hoy, nos da a entender que quien encuentra la sabiduría, halla también la vida y por consiguiente, recibirá el favor de Dios. El propósito de la sabiduría entonces, no es hacerle daño a nadie y mucho menos, impartir consejos torcidos y lejos de lo que enseña la escritura.

Con los años y el proceso de Dios en nuestra vida, viene la madurez. Esto me ha enseñado, que poseer todo el dinero que muchos sueñan tener, (Salomón tuvo literalmente todo lo que quiso) y no tener un propósito claro de para qué lo tengo, es un total despropósito. Acumular riquezas sólo pensando en la vanagloria personal, no es el plan de Dios. Los años que vivamos en esta tierra, administraremos las cosas materiales, que erróneamente decimos que son nuestras, porque un documento legal afirma que están a nuestro nombre. Realmente todo le pertenece a Dios. El es el dueño del oro y de la plata de éste mundo. Nada es nuestro. El día que partamos a la eternidad, en el ataud donde nos introduzcan, no estará todo aquello, por lo que tanto luchamos, nos endeudamos y esforzamos materialmente por tener en la vida.


Ser necio o ignorante por elección, porque no escuchamos o somos renuentes a la instrucción, nos terminará perjudicando y llevando a la muerte. Revisa lo que en tu entorno, familiar, laboral o personal necesitas escuchar. Sea un consejo que aún no recibes porque el orgullo te lleva a creer, que no lo necesitas saber. Quizás alguien te ha buscado para decírtelo, pero has evadido la conversación. No te hundas en tu propio raciocinio, ni seas sabio en tu propia opinión. Probablemente Dios quiera hablarte y usará fuentes inesperadas para impartirte sabiduría a través de ellas. Ten presente que la Palabra de Dios, es la fuente primaria y eficaz para el Señor revelarse. No esperes que todo lo que necesitas escuchar, provenga sólo por consejo de otros. Sumérgete en la lectura de la Biblia y halla en ella la luz y la sabiduría que tanto necesitas.


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Pr. José Ángel Castilla

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