VERDADES QUE DUELEN

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Escuchar la verdad duele mucho, dice una famosa pero sabía frase. Lo más importante a la hora de ser confrontados por una verdad que nos duele aceptar y por consiguiente reconocer, es no justificarnos y comenzar a añadir razones del por qué hacemos ciertas cosas que incomodan a los demás. Adán, primer hombre sobre la tierra, fue confrontado por el Padre, al desobedecer la instrucción dada en el huerto del Edén, de no comer el fruto del árbol prohibido. Al verse descubierto, señaló de inmediato a su compañera Eva y la culpó de todo lo sucedido. Historias como la de Adán se seguirán repitiendo en nosotros, si no reconocemos delante del Señor, que hemos fallado y asumimos la responsabilidad frente al pecado cometido, con sus respectivas consecuencias.

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¿Cómo reaccionas cuando eres confrontado por alguien al equivocarte? ¿Qué sientes al ver que esa falsa coraza y fuerzas propias te son quitadas? De seguro te duele, ¿cierto que si? ¿Culpas a otros de todo lo malo que te sucede? Es incómodo sentirse desprotegido y desnudo como Adán llegó a sentirse luego de su caída. Y ¡Así nos necesita y quiere vernos Dios! Sin vestidos de mentira o falsedad, sin hipocresía o apariencias de falsa piedad y falso amor. Otro hombre que vivió una circunstancia similar fue el Rey David. Sólo confesó su pecado a Dios, al verse confrontado por el profeta Natán. Éste último, fue el instrumento que Dios usó para sacar a la luz, el encierro de mentiras, asesinato y adulterio que el rey escondía. Sal de tu palacio de mentiras y de apariencias, por que aunque allí no dejes entrar a nadie, DIOS ENTRARÁ y te desnudará el corazón.


Confiesa el pecado cometido delante de Dios, arrepiéntete y pídele ser restaurado. Así tu corazón experimentará la libertad y el gozo perdidos, producto de fallarle. Agradece a Dios los medios que utiliza para confrontarte y regresar a Él. Sus brazos de amor serán el mejor lugar donde podrás estar. Dios no ridiculiza ni exhibe a nadie. Su restauración será en amor. Los hombres producto del dolor, tendemos a señalar con el dedo las faltas de los demás. Es fácil crucificar los errores ajenos, pero no somos capaces de crucificar los propios. Arregla con el Señor los asuntos privados de tu vida que no marchan bien, para que la consecuencia del pecado, no te haga dolerte cuando estos se vuelvan públicos y te duelas por no arrepentirte a tiempo.


Antes de señalar, primero mírate en el espejo de la Palabra del Señor. Recuerda que Dios no ha terminado contigo. Suscríbete a este blog y recibirás notificación cada vez que suba una nueva entrada. Reenvía el enlace de ésta reflexión a tus amigos y familiares. Deja tu comentario al final del blog. Abrazo fraterno para todos.

Pr. José Ángel Castilla

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0 comentarios en “VERDADES QUE DUELEN”

  1. Así es, debemos reconocer, arrepentirnos y pedir perdón, es la única manera de poder romper ataduras y abrir nuestro corazón para que nuestro padre celestial nos restaure. Dios siga bendiciendo su vida Pastor José Angel.

  2. Amén 🙌
    Lo importante es reconocer cuando fallamos y sobretodo pedir perdón y llegar arrepentidos de corazón ante Dios.
    Dios continúe bendiciendo su vida pastor.

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