Imposible que un ciego pueda guiar a otro ciego igual que él. Por eso sabiamente Jesús nos enseña que ambos terminan en un hoyo. Tengamos también cuidado nosotros de no guiar a otros en nuestra propia ceguera. Como pastor he entendido en mis cerca de 17 años de ejercicio ministerial a procurar modelar a Jesús a quienes me siguen. Eso no me exime que siga luchando con puntos ciegos en mi corazón que no logre ver con facilidad. He allí la labor del Espíritu Santo para redarguirnos de justicia, pecado y juicio. Siempre será más fácil ser luz entre aquellos que siguen la luz. Alumbrar en la oscuridad y dar vista al ciego espiritual es nuestro desafio. Imitemos a Jesucristo, quien es nuestro líder, maestro, Señor y Rey de nuestro corazón. Sólo Él ve y sabe todas las cosas. El no decepciona ni nos modela incorrectamente al Padre. Él es Dios y quien lo ve, mira en él, el carácter del Padre. En el Sermón del monte, Jesús nos recuerda la importancia de cuidarnos de no seguir a ciegos espirituales, pero tampoco nosotros no llevar a nadie a precipicios, producto de nuestros malos ejemplos.
En los tiempos de Jesús, había líderes religiosos muy preparados y cultos, pero a la hora de interpretar los pergaminos en las sinagogas, eran incapaces de entenderlos. Los fariseos no seguían a Jesús y ayer y hoy, quien no le sigue no puede decir que conoce a Dios. Las religiones del mundo no pueden decir que sus dioses han muerto por ellos y mucho menos les han salvado por amor. Esa definición sólo podemos atribuirla a CRISTO JESÚS. El versículo 40 comienza afirmando, que un discípulo es un seguidor de su maestro o guía. De ésta manera, el discípulo nunca sería mayor que su maestro, mas todo el que fuere perfeccionado en su carácter, será un día como su maestro. Seremos iguales a aquellos que seguimos, por eso debemos dejar claro que sólo hay un \”maestro\” por excelencia a quien seguir y es a Jesucristo.
Imitarlo es nuestro deber para así modelarle correctamente a quienes nos siguen. Nuestros hijos, nuestros discípulos y personas que admiran y anhelan lo que por gracia recibimos. Cuánta responsabilidad delante del Señor, de ser buenos imitadores. Cuidemonos de no ser ciegos guiando erróneamente a otros. Lee, memoriza la Palabra y pide dirección a través del Espíritu Santo cada vez que la leas. Su luz alumbrará tu caminar y el de los tuyos. Recuerda que Dios no ha terminado contigo. Suscríbete a este blog y recibirás notificación cada vez que suba una nueva entrada. Reenvía el enlace de ésta reflexión a tus amigos y familiares. Deja tu comentario al final del blog. Abrazo fraterno para todos.
Pr. José Ángel Castilla
Amén. La meta es ser como nuestro maestro,”Jesus”. Si buscamos cada día conocer más de Él de seguro alcanzaremos un 90% de esa meta, de esta manera podemos tener un 80 a 75% de tranquilidad que guiaremos a aquellos que el Padre ha puesto en nuestro camino.
No podemos pretender ser Jesús pero nuestra seguridad estará en la ayuda del Espíritu Santo y la palabra escrita.