Los deseos y planes de Dios están por encima de los nuestros. El patriarca Issac antes de morir, quería entregar su bendición patriarcal como era la costumbre, a su hijo mayor. Su elección debía ser hacia Esaú quien era un hombre de caza, fornido y varonil, pero la decisión y plan del Señor era que el legado patriarcal lo recibiera el otro mellizo, llamado Jacob. Por ello el escritor de la carta a los hebreos, describe que el suplantador de la bendición (Jacob) se llamaría Israel y al llegar a su vejez, repetiría la tradición de bendecir al primogénito. Los dos hijos de José, su hijo favorito, reciben esa bendición también. Vemos entonces amado lector, esa bendición generacional del padre a su primogénito. Nosotros como padres, debemos buscar siempre la manera de bendecir a nuestros hijos, cubriendolos en oración y profetizando la palabra de Dios en ellos. Cuando ellos crezcan y sean padres, harán lo mismo con sus hijos también.
Jacob bendijo el futuro José, bendiciendo a sus nietos Efraín y Manasés. La bendición fue doble, siendo mayor la de Efraín, ya que pese a no ser el mayor, Dios tenía planes especiales con él pese a ser menor que Manasés. Así se cumplió la voluntad de Dios en la historia de Israel. Ambas tribus fueron bendecidas, pero Efraín fue mayor como tribu. Hoy te invito a bendecir a tus hijos biológicos y espirituales orando por ellos y declarando en ellos una palabra de parte de Dios. Ejerce la autoridad que Dios te dió. Recuerda que el Señor no ha terminado contigo. Suscríbete a éste blog y recibirás notificación cada vez que suba un nuevo artículo. Tus comentarios son importantes. Comparte el enlace de éste mensaje con tus amigos y familiares. Abrazo fraterno para todos.
Pr. José Ángel Castilla