Job fue un hombre temeroso de Dios, próspero y grandemente bendecido. De la noche a la mañana comenzó a atravesar por una tragedia difícil de imaginar y entender: Perdió todas sus posesiones materiales y a sus seres queridos. Pero pese al denso valle turbio y gris que le tocó enfrentar, puso toda su confianza en Dios, rasgó sus vestidos, rapó su cabeza en señal de duelo y se postró a adorar. ¿Qué hubieses hecho tú amado lector? Job sabía y reconocía que sólo Dios frente a un momento así, era la fuente de su fortaleza en medio de la prueba. Éste varón de Dios, perdió en un instante: Bueyes, criados, ovejas, camellos y a sus hijos. No me alcanzo a imaginar lo que sintió el corazón de éste buen hombre, en medio de la pérdida. Satanás se enfocó en desestabilizar a Job, pero no más allá de lo que Dios le permitiera hacerlo. Es que aún lo malo que pueda llegar a pasarle al hombre de Dios, encuentra su límite en la soberanía y la voluntad perfecta del Señor. Todo ésto ocurrió mientras la familia de Job celebraba y él presentaba sacrificios a Dios por cada uno de sus hijos. Aquí vemos cómo el enemigo de nuestras almas detesta nuestra adoración y busca golpear fuerte en nuestra vidas.
Ésto me enseña acerca de la crueldad del diablo. Los hijos de Job comían y celebraban mientras el oraba y presentaba sacrificios a Dios. Aunque no entiendas lo que vives hoy o te ha tocado vivir en el pasado, no dejes de ser agradecido con el Señor. Nunca lo culpes por lo malo que te pueda pasar. No siempre lo adverso que nos ocurra tiene que ver con el pecado o que seamos desobedientes. Hay pruebas fuertes que hacen parte del entrenamiento de Dios para nuestro carácter y crecimiento de nuestra fe. No te quejes por lo que has perdido o lo que de repente cambió en tu vida familiar, laboral, sentimental o personal. Dios está en control y el mal día, que puede ser una breve temporada, siempre tiene un término. Recuerda que Dios no ha terminado contigo. Suscríbete a éste blog y recibirás notificación cada vez que suba un nuevo artículo. Comparte el enlace de éste mensaje con tus amigos y familiares. Abrazo fraterno para todos.
Pr. José Ángel Castilla