Un enemigo es alguien que tiene mala voluntad hacia otra persona y le desea o le hace mal. Cada vez que hacemos o pensamos en esto, nos convertimos en enemigos de alguien. Creo que cuando no le caemos bien a una persona, podemos ver que comienza a comportarse de forma extraña, mostrando abiertamente el deseo de su corazón de no vernos con bien, ni aún desearlo para nosotros. Odiar, vengarse y vivir molesto con los demás es obra de la carne y no testifica bien del corazón de un hijo de Dios.
La enemistad es antónima a la amistad. La Biblia nos exhorta a respetar a nuestros enemigos, tratar de estar en acuerdo con ellos, no regocijarse cuando caigan y no alegrarnos en sus tropiezos o en el momento en que atraviesen problemas o dificultades. También la palabra nos insta a darles de comer cuando estén hambrientos y darles de beber cuando tengan sed. Imagínate la sorpresa en el corazón de aquel que tanto daño te ha hecho, recibiendo bendición de tus manos.
Estos actos que la Biblia nos describe, traen vergüenza para esas personas que nos han hecho daño y quizás nos han odiado y deseado mal. Sea que la gente nos ame o no, nuestra actitud de vida debe ser de benignidad y no de desear mal a los demás, por mucha rabia que nos hagan sentir. Prepárate para amontonar carbones encendidos de vergüenza sobre quien te hizo daño. Que tu amor y bondad sean el reflejo del amor de Dios en tu corazón. Espera por esto una recompensa eterna en los cielos.
Siempre me ha inquietado la lucha que como hijos de Dios libramos cada día con ser benignos y crucificar nuestra carne para hacer lo que a Dios le agrada. Si damos rienda suelta a nuestras pasiones y obra de la carne, nos mostramos poco espirituales y empezamos a ser incongruentes en nuestro caminar en esta larga vida de fe. Camino que aún no termina y cuyo enfoque en las cosas de arriba y no las de la tierra, tal y como lo describe la carta de Pablo a los Colosenses en el capítulo tres, nos llevará a vivir una vida escondida con Cristo en Dios.
Es fácil amar al que nos ama, bendecir y perdonar a quien nos bendice. Pero el reto es amar, perdonar y bendecir a nuestros enemigos. Recuerda que Dios no ha terminado contigo. Suscribete a este blog y recibirás notificación cada vez que suba una nueva entrada. Bendice a tus amigos y familiares reenviando el link de este mensaje. Deja tu comentario al final. Abrazo fraterno.
Pr. José Ángel Castilla