El reino de las tinieblas no conoce el futuro y le confunden los hechos y los milagros realizados por el Señor. El perverso Rey Herodes creía, que por haber mandado decapitar a Juan el bautista, el Reino de Dios se detendría. Ahora tenía nuevos interrogantes respecto a la identidad de Jesús y una de las preguntas que se hacía era: ¿Quién es este hombre de quien oigo tantas historias? Herodes pensaba que Jesús, era un heraldo del arrepentimiento nacional, así como lo fue Juan el Bautista. Los rumores y especulaciones de lo que la gente decía acerca de Jesús, lo dejaron perplejo. Era muy grande el cargo de conciencia que tenía, debido al asesinato de Juan el Bautista. Una conciencia intranquila y cargada, siempre nos dejará paranoicos, confusos y nunca sentiremos paz, hasta que confesemos y reconozcamos a Dios, las faltas cometidas. Herodes ejecutó a Juan en la cárcel, porque no toleró que lo reprendiera, por el pecado de adulterio que estaba cometiendo, con la esposa de su hermano.
La falta de arrepentimiento conlleva a una relación con Dios distorsionada y extraña. El Señor no es alcahueta de nadie y no dejará por inocente al culpable. Tarde que temprano las situaciones que vivamos, nos llevarán a reconocer que Dios existe y que desea una relación de intimidad con nosotros. Los deseos que tenía Herodes de encontrarse con Jesús, no eran sinceros. Quería complacer su curiosidad ociosa y planear matarlo, para no rendirse ante la majestad de un Rey Siervo. Por tal motivo el evangelio de Lucas, nos muestra el creciente peligro, que rodeaba la obra de Jesús. En otra ocasión le dijeron al Señor, que Herodes quería matarlo por lo cual lo llamó zorra y le mandó a decir que seguiría echando fuera demonios, sanando enfermos y al tercer día terminaría su obra. El encuentro entre el terrible rey humano y nuestro Rey divino, finalmente se llevó a cabo, en la mañana de la crucifixión.
Herodes estaba en Jerusalén en ese tiempo, y cuando escuchó que Pilato le enviaba a Jesús, se puso feliz y emocionado. Anhelaba un milagro de esos que tanto escuchaba que hacía el Señor y cuando lo interroga, Jesús no le respondió nada. Antes que recibir lo que queremos, primero el Señor siempre preferirá que tratemos los asuntos del corazón. El orgullo de los gobernantes y poderosos, un día se doblegará ante el Señor. Recuerda que Dios no ha terminado contigo. Suscríbete a este blog y recibirás notificación cada vez que suba una nueva entrada. Reenvía el enlace de ésta reflexión a tus amigos y familiares. Deja tu comentario al final del blog. Abrazo fraterno para todos y feliz inicio de semana.
Pr. José Ángel Castilla