Los afanes de éste siglo y el engaño de las riquezas, han llevado al hombre a usar la creación de Dios, para sus propios deseos e intereses, utilizándola con fines para los cuales nunca fue creada, produciendo un desajuste de grandes proporciones.
Todo ésta consecuencia, la ocasiona una actitud equivocada en el mismo hombre con respecto a la creación: La de hacerse y creerse dueño y amo de ésta, tal como lo expresa el profeta Isaías: “Y la tierra se contaminó bajo sus moradores; porque traspasaron las leyes, falsearon el derecho, quebrantaron el pacto sempiterno” (Isaías 24:5)
Pero el plan de Dios en su infinito amor y misericordia es completamente diferente. Nos permitió participar de la creación, haciéndonos mayordomos y administradores de lo que es suyo.
Comprender esto, nos lleva a cultivar una actitud de pleno reconocimiento de la grandeza de nuestro Creador, a fin de ser y hacer todo, para alabanza de su nombre. Debemos entonces, dejar que a través de nuestra vida y de todo nuestros actos, brille la luz de Cristo al mundo, resplandeciendo en medio de las tinieblas. Así logramos que todos puedan reconocer que ÉL VIVE, vengan a su PRESENCIA, encuentren la salud y la vida abundante que tanto NECESITAN. Todas estas cosas, sólo el Señor nos las puede dar.
Ser un mayordomo fiel, implica cultivar unas características que son desarrolladas, a través de un proceso de obediencia, siendo moldeados conforme al carácter de Cristo.
Pero también representa participar de enormes e incalculables bendiciones como el que Dios nos escoja para darnos cada vez mayores responsabilidades y privilegios.
Algunas de estas características son:
Fidelidad, integridad, responsabilidad, humildad, productividad, creatividad, obediencia y vida integralmente próspera. Aprende entonces a simplemente administrar todo a lo cual Dios te dio derecho de disfrutar, reconociendo en Él al único dueño de tu vida y de la creación misma.
Recuerda que Dios no ha terminado contigo. Suscríbete a este blog y recibirás notificación cada vez que suba una nueva entrada. Reenvía el enlace de ésta reflexión a tus amigos y familiares. Deja tu comentario al final. Abrazo fraterno para todos.
Pr. José Ángel Castilla