Todo lo que respire alabe a Dios

El último de los salmos de la Biblia, nos exhorta a ALABAR A DIOS. Comienza indicando el lugar donde desea ser alabado, y es en su santuario. Ésto implica darle un reconocimiento especial de Su presencia. Si hay un lugar donde Dios deba ser alabado, es ese, pero a la luz del Nuevo Pacto, el santuario de Dios no se limita a un edificio en particular en Jerusalén. El Señor hace Su santuario entre Su pueblo, pero también en cada corazón de forma individual. Continúa el salmista describiendo la amplia extensión del cielo y dado que el firmamento se extiende de horizonte a horizonte, nos da a entender que DIOS DEBE SER ALABADO en todos los lugares debajo del cielo. Existen tantas razones y motivos que deban colmar el corazón. Alabemos a Dios por sus proezas. Él es GRANDE y ha hecho cosas poderosas, especialmente lo que Jesús logró en la cruz y posteriormente resucitar al tercer día. Una proeza amado lector, es un acto heroico propio de un valiente guerrero.

Enumera después el salmista una larga lista de instrumentos con los cuales se debía alabar. Inicia con la trompeta, asociado con los eventos más grandiosos y solemnes, como la promulgación de la ley o la coronación de los reyes judíos. Sigue después con el Shophar, que emite un sonido noble, alegre y majestuoso. Después hace referencia al Nebel o instrumento de cuerda hueco; parecido a la guitarra. Prosigue con el Kinnor; otro instrumento de cuerda, símil al arpa. Más adelante habla del pandero o Toph, el Minnim otro instrumento de cuerdas, las Flautas o Ugab, los Címbalos resonantes o Tseltselim. Éste instrumento, eran dos placas huecas de latón que al golpearse juntas, producían un sonido metálico y agudo. Culmina con los Címbalos de júbilo, golpeados por encima de la cabeza y en consecuencia, emitían un sonido más fuerte. Toda ésta descripción tan detallada de cómo hacer música dirigida para alabar con excelencia a Dios, nos enseña que el Señor se merece lo mejor en cuanto a exaltación se trata.

No escatimemos esfuerzos físicos y espirituales para honrar el nombre de Jesús. Todo lo que respira debe dar su alabanza a Aquel que le dio el aliento. Respirar es un regalo de Dios y la alabanza, es la respuesta por haber recibido ese regalo. John Trapp escribió: “Que cada respiración alabe al Señor. Todos tenemos tantas razones para alabar a Dios, así como tenemos la necesidad de respirar”. Recuerda que Dios no ha terminado contigo. Suscríbete a éste blog y recibirás notificación cada vez que suba un nuevo artículo. Comparte el enlace de éste mensaje con tus amigos y familiares. Abrazo fraterno para todos.

Pr. José Ángel Castilla

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1 comentario en “Todo lo que respire alabe a Dios”

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