Restaura el corazón de tus hijos

Nuestros hijos le pertenecen a Dios y nuestra responsabilidad es la de formarlos, para que se desarrollen en el propósito para el que fueron creados por el Señor. Hoy el pasaje a meditar, es una exhortación a los padres, a que no provoquen a sus hijos, así como tampoco les hagan enojar ni irritar de manera excesiva, al punto de que pierdan la calma o la paciencia.
Tampoco es sano, bajo ningún punto de vista, ser sarcásticos, burlarnos de ellos o avergonzarlos delante de otros. Muchos padres son tan volubles en la comunicación, que van cambiando las instrucciones a sus hijos de acuerdo al estado de ánimo en el que estén.  Cuidate mucho amado lector, de no imponer lo que nosotros mismos somos incapaces de cumplir. No establezcas preferencias como si fueran mandatos divinos. Clave el poder reconocer que somos humanos y nos equivocamos. No les compares con sus hermanos y no le sentencies sin antes haberlos escuchado.

Algunos padres castigan con su silencio a sus hijos y vuelven a hablar con ellos sólo cuando cometieron un error. Te pregunto lo siguiente:
¿Como has afectado negativamente a tus hijos?
¿Que patrones de comportamiento adoptaste de tus padres, que ha podido afectar la estabilidad de tu matrimonio?
¿Esperas permanentemente la aprobación de tus padres para poder tomar decisiones? No lleves a tus hijos al límite, porque les exasperas y dañas su corazón. Repara, pide perdón, reconoce tus errores y modela la paternidad de Dios a tus hijos. Ésto testifica del amor de Dios y facilita la comunicación con ellos. Recuerda que Dios no ha terminado contigo. Suscríbete a éste blog y recibirás notificación cada vez que suba un nuevo artículo. Comparte el enlace de éste mensaje con tus amigos y familiares. Abrazo fraterno para todos.

Pr. José Ángel Castilla

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1 comentario en “Restaura el corazón de tus hijos”

  1. Amo este blog. Siento que estoy conectado con el autor, y me gusta mucho su redacción.

    Desde pequeño mi padre nos recalcaba la utilización de calzado aún dentro de la casa. No entendía y me enojaba su instrucción “mi error!”; pero después de muchos años fue clave en nosotros este mandato (COVID-19) para garantizar las condiciones principales. Ahora, adoro y me encanta que mis padres me dirijan sus palabras y ellos no desfallecen por direccionarme. Ese versículo bíblico siempre me ha estremecido.

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