Siempre será un error el levantar juicios en contra de los demás, sea que tengamos o no la razón, debemos se seguir al pie de la letra, las palabras de Jesús: “NO JUZGUES PARA QUE NO SEAS JUZGADO”. Ni caigas amado lector en la trampa de levantar juicios contra nadie, porque nos equivocaremos y nos sentaremos en la posición de un juez. Algunos juicios tienen argumentos de peso y otros sencillamente se alimentan de historias, bien alejadas de la realidad sobre las que se inventaron. Un invento es una mentira y quien MIENTE desobedece a Dios. Cuando mi hija estaba en edad preescolar era común que llegara tarde al colegio porque algunas veces se presentaban situaciones como el derrame de lo que comía en el desayuno o a última hora tenía la necesidad de ir al baño y nos retrasaba el llegar a tiempo. Cuando me pasaba algunos minutos luego de la hora de ingreso siempre me esperaba una profesora que me juzgaba y me hacía sentir un mal papá porque mi hija entraba tarde. Un día con diplomacia y respeto le expliqué que los retrasos no eran intencionales. Su actitud inflexible y poco empática decía mucho de su labor.
Emitir juicios sin conocimiento de causa, siempre será lo más fácil para la gente. personas. Las personas pueden llegar a ser, muy rápidas para juzgar a los demás, pero lentas para corregirse a sí mismas. No supongas en la vida ajena, ni tampoco completes la información que desconoces con algo inventado por ti. No murmures contra nadie, el humillarnos y ponernos bien con Dios debe resultar en ponerse bien también con los demás. Cuando estamos bien con otros, esto se muestra en la forma como hablamos acerca de ellos. Cuando juzgamos a nuestros hermanos, nos ponemos en el lugar de la ley, juzgandola también . Pregúntate: ¿Quiénes somos para juzgar a otros? Si mostramos una correcta humildad ante el Señor, no deberíamos de forma arrogante, juzgar a nadie. Recuerda que Dios no ha terminado contigo. Suscríbete a éste blog y recibirás notificación cada vez que suba un nuevo artículo. Comparte el enlace de éste mensaje con tus amigos y familiares. Abrazo fraterno para todos.
Pr. José Ángel Castilla