Cuando nos sentimos ansiosos, experimentamos temor anticipado, es decir, nos preocupamos por cosas que ni siquiera han pasado. Podemos decir entonces, que la ansiedad es un precursor al temor o “Miedo al miedo”. Algunos consideran que la ansiedad es normal o anormal, dependiendo de la intensidad de la misma. Al ser una emoción, activa todo un sistema de alerta logrando que desarrollemos actividades de forma objetiva y efectiva. La ansiedad normal nos alerta frente a las situaciones de adversidad que se nos presenten a lo largo del día. Éstas alertas nos activan e impulsan desde despertarnos para estudiar un examen, orar y también servir al Señor o hacer cosas importantes en nuestro diario vivir. Mantenernos alertas y anticipados nos lleva a cumplir y quedar bien frente a nuestros compromisos, no debemos permitir que se nos vuelva la protagonista del presente. Jesús nos enseña que el día de mañana traerá sus propias preocupaciones. Lo ideal no es vivir todo el tiempo anticipados a un “posible futuro”, con una pésima calidad de vida presente.
La ansiedad enfermiza es una sensación subjetiva y desagradable. Le ocurre sólo a quien lo siente y van desde manifestaciones corporales de movimiento continuo y una ola de pensamientos negativos y difíciles de controlar. Es allí entonces donde entra el Señor con las respuestas en Su poderosa palabra. Él nos invita a depositar nuestra ansiedad y soltar nuestras cargas. Tengamos la confianza que para cada tiempo y desafío que afrontemos, no tengamos miedo al miedo. DIOS CUIDA DE NOSOTROS, estamos cubiertos por SU AMOR y él es fiel en cumplir Su propósito en nosotros. ¡Nunca dejes de confiar! Recuerda que Dios no ha terminado contigo. Suscríbete a éste blog y recibirás notificación cada vez que suba un nuevo artículo. Tus comentarios son importantes. Comparte el enlace de éste mensaje con tus amigos y familiares. Abrazo fraterno para todos.
Pr. José Ángel Castilla