El pueblo de Israel sale de atravesar el mar Rojo, cantando con tanta alegría por la victoria que Dios les entregó. Sus pies nunca se mojaron y todos sus enemigos (el poderoso ejército egipcio de faraón), se ahogó. La profecía de Moisés se cumplió, él les había dicho: Los egipcios que hasta ahora ustedes han visto, jamás para siempre los verán. Pasan tan sólo tres días y atraviesan el desierto de Shur y no encuentran agua para beber. Cuando finalmente la hallan, es en el oasis de aguas amargas al que llaman: MARA (amargura). La queja no se hizo esperar, olvidando así, la Gloria extraordinaria de Dios, al haberlos librado del yugo egipcio habiendo pasado tan sólo tres días. A las personas inconformistas, amargadas e ingratas les sucede lo mismo. Se olvidan de lo que han recibido por gracia, amor y misericordia de parte de Dios. La ingratitud en el corazón es un mal en el corazón, parecido a intentar perfumar a un muerto, con una fragancia fina y de marca. El olor del perfume se perderá.
Así sucede cuando a la ingratitud en el corazón, le pones enfrente una dificultad. Correrán a murmurar y a quejarse, olvidando la Gloria manifiesta de Dios en eventos pasados. Así pasó con Israel. Olvidó todo lo que Dios había hecho a favor de ellos y se levantan a murmurar en contra de su líder Moisés, ya que según ellos no habría solución y morirían de sed en el desierto. Esta entrada de hoy, la dedico a cada lector que lucha con raíces de amargura o tiene a un amargado cerca que le contamina y desgasta emocionalmente. El enfermo de amargura es tan tóxico, que debemos dosificar la comunicación con él, porque aunque se disfracen de aparente dulzura, el pozo de su corazón está contaminado y contagia el corazón de su entorno. Mira la punta de un iceberg y no subestimes por verla pequeña. En las profundidades del océano yace un gran y fuerte témpano. Así sucede con la raíz de amargura, no la vemos pero da vida a un árbol de malas actitudes, malas contestaciones y un lenguaje soez, propios de un amargado.
La amargura la defino como el postrer estado de un corazón petrificado por la falta de perdón. Esta poderosa y maléfica raíz, anida en su interior: odio y resentimiento. Dios mostró a Moisés un tronco y le pidió que lo arrojara en las aguas amargas para endulzarlas. Ese tronco representa el amor de Jesús y el PERDÓN que permite endulzar relaciones y transformar los corazones. Mira al fondo de tu iceberg y pide al Espíritu Santo que trabaje en lo oculto que hace daño a otros y que tú no ves. No te alegres de ver la punta pequeña. Adentro se esconden témpanos de odio y resentimiento que destruyen corazones. Renuncia a la raíz de amargura y recuerda que Dios no ha terminado contigo. Suscríbete a este blog y recibirás notificación a tu correo electrónico, cada vez que suba una nueva entrada. Reenvía el enlace de esta reflexión a tus amigos y familiares. Deja tu comentario al final del blog. Abrazo fraterno para todos.
Pr. José Ángel Castilla
El verdadero amor de Dios nos saca esa amargura que aveses llevamos en nuestro corazón para que cuando lleguen los momentos dificiles no seamos afectado. Gracias pastor Dios te siga guiando y dándote mucha fuerza para que siga con este hermoso proyecto
Amén. Que el poderoso Espíritu de Dios nos ayude a desintegrar toda raíz de amargura que esté escondida en lo profundo de nuestro corazón y que en su infinito amor nos permita conocernos como Él nos conoce para cada día buscar ser más como Él.
Somos humanos y somos imperfectos por eso no podemos pretender que somos absolutamente santos en nuestras emociones y pensamientos. Siempre hay algo en lo que debemos trabajar.
Amén gracias Dios por sanar y endulzar nuestro corazón
Así es pastor, necesitamos cuidar y revisar nuestro corazón, pidiéndole a Dios nos ministre y sane. No olvidemos el ser agradecidos con Dios, quien siempre obra en nosotros y a nuestro favor.
Bendiciones pastor.