El salmista en la composición de éste salmo, describe a los lejanos montes de Jerusalén mientras peregrinaba hacia la ciudad en donde habría de ofrecer su culto a Dios. Mientras levantaba sus ojos hacia las montañas distantes, Dios le custodiaba y el peregrino lo sabía y lo sentía. No es en lugar geográfico especifico, en donde podemos sentir la protección del Señor. En nuestro diario caminar, en reposo o agitados, Dios extiende sus alas para protegernos de todo mal y peligro. Dios está tan presente y tan real, tanto en el camino como en el destino. Algunos estudiosos sugieren que en los montes, se escondían los ladrones y pandilleros que intimidaban y eran de peligro para quienes transitaban por esos caminos. Por eso el salmista en medio del peligro decía: “Mi socorro viene de Jehová”. La meta del viajero, era la ciudad de Jerusalén, pero su confianza no estaba en esa ciudad en sí. Su socorro vendría del Dios que hizo los cielos y la tierra. El DIOS creador y padre eterno, sería su ayudador.
Tú y yo tenemos que mirar más allá de las montañas y poner nuestra mirada en el Dios que las creó. Dios siempre nos ayuda y nos establece en lugar firme, para que no tropecemos ni nuestro pie se vaya al resbaladero. Nuestro fundamento viene de Dios y NUNCA SE MOVERÁ, mientras permanezcamos sobre esa base, nuestros pies no podrán moverse. El gran predicador inglés Spurgeon decía: “Nuestros pies avanzarán, pero no serán movidos para ser derribados”. En éste salmo, se utiliza la palabra hebrea shamar, que traducida significa: El que guarda y preserva. Dios velará por su pueblo como un centinela vela por la ciudad. El salmista cuando escribe se siente tan absorto y feliz de sentir a un Dios guardián y protector, que poco menciona los peligros que le acechan. La razón de ésto es la tranquilidad y la felicidad de sentirse protegido. Dios también es tu guardián protector y quién mejor te cuida. Recuerda que Dios no ha terminado contigo. Suscríbete a éste blog y recibirás notificación cada vez que suba un nuevo artículo. Comparte el enlace de éste mensaje con tus amigos y familiares.
Pr. José Ángel Castilla
Amén