Podemos decir que de puertas hacia adentro de nuestros hogares y vidas, experimentamos luchas, alegrías, a veces sufrimos, nos quejamos, amamos y somos amados, nos equivocamos pero enmendamos y lo más importante: Nos esforzamos por sacar adelante a nuestras familias. Ese bunker emocional donde somos nutridos pero también allí recibimos heridas por parte de esa familia que amamos y nos ama. Lo más importante es que de puertas hacia adentro, no dejes al Señor esperando entrar, sino que lo dejes ingresar y permitas que habite como el centro de tu casa. Eso hará de tu casa, un hogar funcional.
De nada vale el esfuerzo por conseguir recursos materiales para la familia, si el recurso espiritual es pasado por alto. Hogares sin Jesús dentro, son hogares vacíos e insuficientes que luchan por hacer, pero siempre les hará falta algo. Caminan en una búsqueda equivocada que nunca les sacia. Dedico esta entrada de hoy a todos aquellos que luchan por sacar adelante a su familia, pero se equivocan en hacerlo en sus fuerzas. No descansan en los tiempos de Dios y desean convertir a sus familias con sermones pero no con el ejemplo.
Al final, de puertas hacia adentro de esos corazones, serán la impaciencia, los pensamientos suficientes, la carnalidad, la incredulidad y los deseos conforme al hombre y no a la voluntad de Dios los que gobiernen ese hogar. De puertas hacia adentro hay un infierno, pero de puertas hacia afuera se verá la apariencia de familias que aunque se muestren espirituales, realmente el corazón no ha sido rendido al cien por ciento delante de la persona de Jesús.
Invita a Jesús a la sala de tu corazón, adentralo y muéstrale las telarañas y moho de habitaciones que te de vergüenza mostrar. A Él sólo a Él permitele cambiar y renovar aquello que te cansaste de cambiar en tus propias fuerzas. Ir a la iglesia y leer la Bíblia no es suficiente si no hay sinceridad en el corazón. Recuerda que Dios no ha terminado contigo. Suscríbete a este blog y recibirás notificación cada vez que suba una nueva entrada. Bendice a tus amigos y familiares reenviando el link de ésta reflexión. Deja tu comentario al final. Abrazo fraterno.
Pr. José Ángel Castilla