El Señor cambia los planes de no destruir a los ninivitas y les extiende su amor inagotable y gran misericordia, por causa del genuino arrepentimiento que mostraron. Esto causa una gran molestia en el corazón de Jonás, lo que lo lleva a reclamarle a Dios con furia. Muchas veces podemos no estar en acuerdo con las decisiones del Señor y tenemos que aceptarlas sin decir una sola palabra. Podemos juzgar y hasta pensar que por los muchos pecados y errores que una persona cometa, no será digna del favor y el perdón del Señor. ¿Quiénes somos nosotros, como para juzgar a una persona y no dejar que la gracia de Dios le alcance?
Este profeta huye a Tarsis a razón de que el Señor al que servía era en gran manera misericordioso y compasivo. Todos los hombres y mujeres que servimos a Dios, tenemos que movernos de la misma manera en que Dios miró a los ninivitas. Resulta sorprendente que alguien se moleste porque Dios muestre su amor como buen padre y deseoso de que todas las criaturas de la tierra le conozcan, amen y no perezcan espiritualmente. Ese es el deseo de Dios. Su corazón es tan grande que a través del regalo de Jesús en la cruz, nos perdonó todos nuestros pecados. No discutas más con el Señor, si estás viviendo algo en lo que no estás de acuerdo y le culpas a él por permitirlo.
No cuestiones sus designios y su voluntad. No reniegues de lo que tienes y que él te ha regalado como muestra de su amor inagotable para contigo y tú familia. Alégrate por las bendiciones ajenas y no te amargues porque las tuyas aún no llegan. No digas que el trato de Dios con otros, es más suave que el que te ha dado a ti. Déjalo cambiar los planes las veces que sea necesario, porque Él sabe lo que está haciendo contigo pues no ha terminado su perfecta obra de amor en ti. Suscríbete a este blog y recibirás notificación cada vez que suba una nueva entrada. Reenvía el enlace de ésta reflexión a tus amigos y familiares. Deja tu comentario al final del blog. Abrazo fraterno para todos y feliz fin de semana.
Pr. José Ángel Castilla